Imprevistamente, el Gobierno Nacional actuó como eficiente propagandista del grupo armado del Norte para difundir las crudas imágenes de la ejecución del brasileño Valdir de Campo, asesinado el 19 de noviembre último en la estancia El Ciervo, en el distrito sampedrano de Santa Rosa del Aguaray. La insólita demostración presidida por el propio ministro del Interior y secundada por los prin­cipales responsables de la seguridad interna del país causó estupor por su gravedad, por lo que se pensó que se trataba de una imposición hecha por el grupo armado.

El secretario de Estado negó que la difusión del video fuera un pedido de los criminales, lo que demuestra que el desaguisado es entera respon­sabilidad del Ejecutivo.

El Gobierno no solo actuó como publicista del grupo armado, en el sentido de haber difundido su accionar, sino también como propagandista, teniendo en cuenta que el propósito de los cri­minales de gravar y difundir sus hechos es para adoctrinar a la ciudadanía sobre sus prédicas de oponerse y castigar con la muerte y la destruc­ción a los que explotan el campo, a los que echan árboles y cometen delitos ambientales.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

En términos simples, publicidad es cuando se anuncia o se informa algo con el propósito de vender o ganar dinero con la información difun­dida. En tanto que la propaganda tiene el pro­pósito de adoctrinar, difundir ideas políticas, creencias religiosas con el fin de convencer y ganar adeptos para una causa determinada.Al difundir lo que hacen y piensan los criminales se está pregonando sus ideas. En ese sentido, la emisión de las imágenes del asesinato del ciuda­dano brasileño constituye un hecho propagan­dístico lamentable. Y un dolor innecesario para sus familiares.

El ministro del Interior asumió la responsabili­dad del hecho al decir que él decidió difundir las imágenes con la anuencia del Presidente para sensibilizar a toda la sociedad contra el flagelo de los violentos a los que se enfrenta. El propó­sito didáctico no está mal, pero ignora que la ciudadanía paraguaya hace rato conoce la gra­vedad de la violencia encarnada por los crimi­nales del Norte por los numerosos asesinatos, secuestros y hechos de destrucción realizados a lo largo de las últimas dos décadas y de los que ha sido testigo y víctima.

La sociedad paraguaya ya estaba sensibilizada por los actos terroristas mucho antes de que asumiera este gobierno porque es una reali­dad que nos agobia ya hace mucho tiempo. Hace mal el ministro del Interior en creer que recién ahora, con este gobierno, suceden las cosas y que solo ahora se inventó la pólvora.

El Presidente trató de justificar el hecho con una explicación menos creíble: que se difundió el asesinato porque habría habido una posible filtración o venta del video. Este tipo de errores se comete por una de dos cosas: por ingenuidad o por estupidez. Pero en cualquiera de los casos es una grave equivocación, está fuera de lugar y es totalmente reprochable.

En décadas pasadas, cuando en España la banda terrorista ETA asolaba ese país sembrando de crímenes la península ibérica, los medios se pusieron de acuerdo en no hacer ningún tipo de acción que pudiera representar propaganda. Y decidieron borrar de su léxico comunicativo las siglas con que se presentaban los terroristas de origen vasco porque entendieron que hasta el uso de esa sigla con las tres letras representaba un acto propagandístico a favor de ellos.

Lastimosamente, en nuestro país todavía no hemos aprendido esa lección. Aquí no solo casi todos los medios orales, escritos y visuales pro­nuncian, escriben y repiten las siglas de los terroristas del Norte, sino que ahora hasta el Gobierno se pone a difundir su video.

Puede ser que el señor ministro haya tenido muy buenas intenciones. Pero debe saber que en la guerra no se propalan las consignas y mensa­jes del enemigo, sino solo los lemas propios. Por­que en ese caso se está dando una clara ventaja al adversario al facilitar la penetración de sus ideas y sus propósitos de destrucción.

Déjanos tus comentarios en Voiz