La cuestión del retiro de la embajada paraguaya de Jerusalén aparece cada vez más no como un hecho casual o una reacción caprichosa del actual mandatario para distanciarse del anterior, tendencia que está llevando al nuevo gobierno a sucesivas metidas de pata, como la ruptura con Israel, un aliado histórico del Paraguay, así como a mostrar una imagen negativa del país, ya que resulta difícil entender que una nación bien organizada puede hacer un acuerdo con un país que, a la primera de cambio de presidente, lo anula para hacer todo lo contrario, lo que saltó a la vista cuando se supo del anuncio de la inminente apertura de una embajada palestina en el Paraguay.

El error del nuevo ejecutivo, más allá de la sinrazón y la premura del cambio, es simplemente una demostración de la inestabilidad del país para hacer una política previsible y estable, al menos es como se maneja el concierto de las naciones, en medio del cual Paraguay sentó una base incoherente de desconcierto, dejando además una sensación de inestabilidad, tratando de hacer pasar como una simple reacción, un tema crucial en el equilibrio de las naciones y, sobre todo, en la geopolítica del poder, en la cual se establecen claramente bloques, tendencias políticas y económicas; de un lado de los países encuadrados en el bloque democrático, es decir, que funcionan como sociedades modernas ordenadas por procesos democráticos con participación popular y alternancia en el poder, y los totalitarios, que funcionan sobre la base autócrata, y sociedades excluidas del proceso de participación política y cívica. Es decir, estados totalitarios.

Se suma así ahora a los desaciertos, en un proceso de suma de torpezas diplomáticas, la fotografía del canciller nacional con el canciller de Irán, escamoteada a la información del lado paraguayo, pero puesta en escena con gran alegría por la contraparte, a juzgar por la sonrisa radiante del canciller iraní.

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En este caso se suma a la torpeza el hecho de que se trate de una reunión “informal”, con intención de hacerla pasar desapercibida, sin considerar la importancia estratégica de la “foto” para el régimen totalitario de Irán. La mejor forma de hacerla pasar desapercibida para el Paraguay hubiera sido hacerla pública, como si no hubiera nada que ocultar. La comunicación unidireccional de Irán al mundo no deja muy bien parado de nuevo al Paraguay: más bien, todo lo contrario, como un acto de torpeza de un canciller sin mínima experiencia diplomática, un territorio donde la experiencia y la habilidad para moverse con soltura y acierto es fundamental, vital en un mundo que, queramos o no verlo, sigue plagado de conflictos.

Y la cuestión se acentúa cuando del acto de desacuerdo con Israel se pasa, casi sin tregua, al acto de sonriente acuerdo con Irán, país en conflicto con casi todos los países amigos y aliados del Paraguay, desde el ordenamiento que se produjo tras la Segunda Guerra Mundial y que, a fuerza de diplomacia, logró superar las tensiones de la que fue llamada la Guerra Fría y que estuvo a punto de convertirse en guerra más que caliente con la aparición de las armas nucleares. Hay de hecho, en ese acto que se trasmite en directo y se refleja en todo el mundo a escala de todos los medios masivos de comunicación, una tremenda contradicción entre la firma del presidente Benítez de la condena al totalitarismo sanguinario de Venezuela, en concordancia con una política democrática del Paraguay de la transición, salvo el período totalitario del lugismo; dictadura que sólo se sostiene con el apoyo incondicional de los países del bloque totalitario, y la sonrisa compartida con Irán; en fin, una incongruencia que en la diplomacia internacional tiene repercusiones y va a seguir teniéndolas. La “nueva política” paraguaya está, sin duda, en la lupa internacional, aunque sea por las incongruencias, las acciones erráticas, y la falta de estrategia para mantener cierto equilibrio en el mundo en que vivimos.

Y, no menos importante, sino todo lo contrario, tampoco se han tenido en cuenta las estrechísimas relaciones con la Argentina; tampoco se ha dado por enterada la nueva cancillería de que este país, más que amigo, hermano, tiene también una deuda pendiente con Irán; la dolorosa deuda de un crimen atroz, que afectó a la comunidad argentina toda, por ende también a los miles de paraguayos que viven allí, y en el que tuvieron activa participación diplomáticos iraníes, crimen que se prolongó con el asesinato del fiscal que investigó y develó la trama y que sigue siendo hasta hoy conflictivo y está en pleno proceso judicial, involucrando altos ex funcionarios y hasta a la ex presidenta Kirchner, de lo que, por lo visto, tampoco se ha dado cuenta el gobierno paraguayo.

En fin, se pueden seguir enumerando errores y horrores hasta el infinito, en un espacio de tiempo mínimo. Cabe esperar que se acabe con esta política de desatinadas acciones de desgobierno del gobierno que afectan a toda la nación y que pueden proyectarse, al presente, desde luego, y, aún más grave, al futuro del Paraguay.

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