El gobierno del Estado de Israel can­celó todos los proyectos de coopera­ción con el Paraguay por el conflicto suscitado con el presidente Mario Abdo Benítez, quien decidió sacar la embajada paraguaya de la capital de ese país, Jerusalén, y trasladarla a Tel Aviv. El valor del perjuicio económico, científico, social y educativo que ocasionará el hecho a nuestro país todavía no se ha podido calcular, pero desde ya se puede decir que constituye una gran pérdida para nuestro pueblo al no poder disfrutar de tales beneficios de uno de los países del mundo líde­res en tecnología. Es también una derrota para el nuevo gobierno, que se ha dejado manipular por otros intereses.

El documento de la representación diplomá­tica israelita señala que, con el cese de los pro­gramas de cooperación, el Paraguay dejará de recibir las capacitaciones intensivas en áreas del conocimiento en las que Israel es conside­rado un referente a nivel mundial. Entre ellas los cursos móviles referentes al “Empodera­miento de la Mujer”, las capacitaciones de Sis­temas de Manejos de Situaciones de Emer­gencia, la cooperación en el área de desarrollo social y humanitario, la aplicación de mejoras y equipamientos en el Centro Comunitario del barrio San Francisco, la instalación de varias unidades de desalinización de agua para diver­sas comunidades del Chaco. Además, quedan también canceladas todas las becas otorga­das por Israel en diversos campos del conoci­miento para jóvenes paraguayos.

La cancelación de todos los programas de coo­peración israelita forma parte de la reacción contra la administración de Abdo Benítez que provocó al Estado de Israel al mudar la emba­jada paraguaya de la capital de ese país. La medida de la Cancillería nacional representa una afrenta para las autoridades de ese país, por lo que se produjo el conflicto diplomático que se está expresando de este modo, luego de otras medidas como el cese de la venida de una delegación económica que se había anunciado para este año.

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El enojo del gobierno de Jerusalén se explica porque detrás de la decisión del presidente Abdo Benítez se divisa la mano de autorida­des palestinas que estarían instrumentando al Gobierno paraguayo para sus propósitos polí­ticos en la pelea que sostienen hace décadas con los israelitas.

Según esta versión, la salida de la embajada paraguaya de Jerusalén se habría orquestado con la participación diplomática árabe, incluso con reuniones previas de personeros de Pales­tina con el Presidente y el canciller de Para­guay usando como moneda de cambio la aper­tura de una embajada palestina en Asunción.

Los hechos acontecidos demuestran que tal versión no es mera casualidad, sino que se trata más bien de una relación de causa y efecto. Esto porque apenas se conoció la noti­cia de la salida de la embajada paraguaya de Jerusalén, Palestina anunció que abría su representación diplomática en nuestro país. Como si efectivamente la venida de la emba­jada palestina fuera la consecuencia del aleja­miento de la legación paraguaya de la capital israelita.

En tal caso, la decisión del presidente Abdo Benítez no se trataría ya tan solo de un pape­lón internacional, sino de la bochornosa acti­tud de dejar que potencias extranjeras decidan por Paraguay lo que tiene que hacer en su rela­cionamiento con los países del mundo.

Y si fuera realmente así, ya no se trataría tan solo de una crisis diplomática con Israel, sino de una lamentable actitud contra los intereses del país, que no se puede aceptar de ninguna manera de este ni de ningún gobierno. Para­guay es soberano e independiente desde hace 207 años y eso no se puede alterar por capri­chos de ocasión.

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