Se acaba de realizar el trasplante cardiaco a un hombre de 43 años que padece una enfermedad del corazón y que desde hace un año estaba aguardando la donación del órgano para su operación. La muerte en accidente de tránsito de una persona de 28 años, oriunda de la zona de Caaguazú, permitió ahora conseguir el músculo cardiaco que fue implantado en el tórax del enfermo para posibilitar la esperanza segura de poder vivir por más tiempo.
De acuerdo con los medios, es el primer trasplante de corazón que se realiza en lo que va del año en nuestro país, por lo que fue noticia destacada. Y si se hace hincapié en que es el primero que se realiza en los nueve meses que lleva el 2018, quiere decir que hay dificultades que aún no se han podido superar suficientemente para que la ablación y el trasplante de órganos humanos sean una realidad de cada día y no la excepción a la regla.
La donación y el trasplante de órganos constituyen todo un capítulo de la salud pública que todavía no ha sido suficientemente bien encarado en el Paraguay por las autoridades y la sociedad en general. Hasta ahora subsiste un fuerte temor de parte de los posibles donantes para autorizar el procedimiento, lo que dificulta enormemente la sobrevivencia de otras personas que aguardan el regalo caído del cielo de un órgano en buen estado para seguir viviendo normalmente.
El hecho estadístico, como que en setiembre se tiene el primer trasplante cardiaco del año y que sean más de 200 personas con diferentes problemas de salud las que aguardan la donación de otros órganos para poder subsistir significan que el tema es todavía un problema en el país.
Por eso puede celebrarse como un gran logro la reciente promulgación de la ley que modifica varios artículos de la Ley 1246/1998 de Trasplantes de Órganos y Tejidos Anatómicos Humanos, que facilitará con creces la situación existente.
La nueva norma establece que todas las personas mayores de 18 años son donantes, salvo expresa constancia de negación. Con ello se dará un paso importante para practicar la solidaridad entre los miembros de nuestra sociedad para ayudar a las personas que necesiten utilizando las partes de muchos que ya no podrán vivir. Pero donar no será obligatorio, como se ha creído en algunos círculos de nuestro país.
De acuerdo con el artículo 17, toda persona capaz, mayor de 18 años, podrá manifestar su oposición, ante escribano público en el Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT), o en las instituciones o locales habilitados para el efecto para que después de ser confirmada su muerte cerebral no se proceda a la ablación de órganos y tejidos de su cuerpo para ser trasplantados en otras personas o con fines de estudio e investigación científica.
No hay que creer que con la promulgación de las leyes se arregla todo, como es el pensamiento de muchos. Para que la mencionada norma sea verdaderamente útil a la sociedad paraguaya hace falta un trabajo de conciencia sobre la importancia de colaborar con los que necesitan. Un trabajo de difusión para que se comprenda acabadamente que la donación de órganos es un acto heroico y valioso que puede representar el milagro de dar vida ante la amenaza de muerte para muchas personas que padecen males incurables sin el trasplante.
Por encima de toda otra consideración, con la nueva ley se ha dado el gran paso que favorecerá a miles de ciudadanos en cuyos corazones palpitan todavía la esperanza de seguir viviendo mediante la solidaridad de otras personas.