En la semana que pasó, los medios de comunicación masivos del país reflejaron el singular caso de la bella ciudad de Atyrá, en el departamento de Cordillera. La noticia destacada era que el dengue, esa enfermedad que azota con fuerzas en estos momentos a casi todo el país, no había afectado a los atyreños y que la ciudad estaba libre de criaderos de aedes aegipty, aunque estuviera rodeada, en su propio departamento de otras ciudades y zonas en las que se detectan semanalmente casos de la enfermedad, según lo informa habitualmente la III Región Sanitaria.

¿Y cuál es el secreto de la pequeña ciudad ubicada a pocos kilómetros de la capital del país y de otras ciudades con altísimo índice de infestación larvaria? Es que desde hace dos décadas, Atyrá se toma muy en serio su condición de "ciudad más limpia", que le fuera reconocida inclusive internacionalmente. Y para mantener esa condición, no fue necesario cubrir la ciudad con una enorme burbuja de cristal para que sus habitantes vivan allí protegidos de todo mal; tampoco es habitual ver en sus calles un ejército de funcionarios municipales dedicados a la limpieza durante las 24 horas del día.

Todo comenzó con la visión de un hombre sencillo, un señor llamado Feliciano Martínez, quien llegó a ser intendente de la ciudad y que hizo suya la responsabilidad de ejercer el liderazgo en su comunidad, de una manera poco habitual, y por lo que vemos, sumamente efectiva. Lo hizo con claridad predicando con el ejemplo y fomentando el conocimiento de los atyreños sobre la importancia de vivir en un ambiente más saludable, poniendo en práctica medidas básicas de limpieza y cuidados que se hicieron hábito en toda la población, con el correr de los años.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

De tan sencillo que parece, resulta difícil creer que han logrado convertir a la limpieza de sus hogares, calles, escuelas y espacios públicos, en un hábito que comparten todos sus ciudadanos, sin distinción de edades ni condición social. Así de simple, explica el actual intendente que ha sucedido a otro y a otro, luego de aquellos primeros años de trabajo del ya desaparecido don Feliciano, pero que aunque hayan cambiado de colores, partidos y lo que sea, siguen haciendo lo que tienen que hacer para que su comunidad les señale con orgullo que ellos son los dueños de esa ciudad y, por lo tanto, esa es "su casa" y la quieren ver hermosa y sana.

Los hábitos de limpieza son eso: algo que está incorporado al día a día de los grandes y chicos de Atyrá y que no admite discusiones de otra índole, más que el deseo de vivir mejor. Saben desde muy niños lo que tienen que hacer para tener no solo una ciudad linda y limpia que mostrar a los visitantes, sino un mejor lugar para vivir con mejor calidad y disfrutarlo.

Podemos decir que la ciudad de la que hablamos es pequeña y tiene pocos habitantes, que es más fácil manejar así un trabajo responsable de la comunidad. Podemos decir que, por ejemplo, a los habitantes de Asunción y Gran Asunción, nos resultará difícil aprender a cuidar nuestras propias casas, barrios y ciudades, ya que hace rato nos ha ganado la desidia y vivimos en un entorno cada vez menos saludable. Pero también podemos decir que, tal vez si aprendiéramos algo de los atyreños, orgullosos de su ciudad limpia e incorporamos algunas de sus costumbres que no necesitan ni tecnología ni grandes inversiones, sino participación activa de los ciudadanos y sentido de pertenencia, tal vez empiecen a ocurrir los cambios.

Ojalá podamos recibir el mensaje enviado por esa pequeña comunidad del departamento de Cordillera, con la humildad y el espíritu dispuestos a reproducir, barrio por barrio, comunidad por comunidad, su rica y positiva experiencia.

Dejanos tu comentario