Todos sabemos que la educación es la base fundamental sobre la que se diseña y construye el futuro de cual­quier país. Y la calidad de ese futuro dependerá también de la calidad de lo que se ofrece en el menú educativo desde el Estado a través de sus instituciones y también, por supuesto, desde el ámbito privado. Adecuar los programas de enseñanza a las exigencias de un mundo, el actual, en el que la ciencia y la tecno­logía son parte principal de las posibilidades de éxito, es entonces una necesidad que se debe atender y ampliar con urgencia.

Este fin de semana, en Asunción, tiene lugar la Festech, una feria de tecnología que convoca a miles de personas de todas las edades, pero sobre todo a jóvenes y niños, ávidos de conocer lo último en desarrollo tecnológico aplicado a casi todos los ámbitos de la vida diaria hoy en día en el mundo.

Según datos del Consejo Nacional de Cien­cia y Tecnología (Conacyt), el país invierte un 0,13% de su PIB en ciencia y tecnología, siendo todavía muy poco en relación a otros países, a pesar de que se han realizado esfuerzos desde el Estado para apoyar el desarrollo de la cien­cia paraguaya y se ha crecido en cantidad y calidad de trabajos realizados especialmente desde la universidad pública, ya que en las pri­vadas la inversión es muy baja. Desde el Cona­cyt se trabaja seriamente en diversos proyec­tos y se realizan esfuerzos para poner en valor la tarea importante y muchas veces silenciosa de los científicos y especialistas que trabajan en investigaciones de todo tipo.

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Vale la pena recordar que en el 2017 el Poder Ejecutivo promulgó la Ley Nº 5.749, que esta­blece la carta orgánica del Ministerio de Edu­cación, que pasó a denominarse, con esta normativa, "Ministerio de Educación y Cien­cias", pero continúa con la misma sigla, MEC. De esa manera, se marca un rumbo hacia el que el Estado pretende caminar en la educa­ción incorporando a la ciencia entre las prio­ridades de la enseñanza desde la escuela y los colegios una materia pendiente que por déca­das fue postergada, dando mayor énfasis a otras materias cuya aplicación a la vida actual y al desarrollo de la tecnología está hoy en segundo plano.

Hoy en día, la tecnología es parte de nuestras vidas diarias, inclusive en las más lejanas lati­tudes y en sitios impensados, se ha conver­tido en un instrumento imprescindible para el aprendizaje y también para el trabajo de millo­nes de seres humanos. Un experto que fre­cuenta habitualmente las ferias y encuentros de actualización tecnológica, ante la pregunta sobre los efectos nocivos o positivos del uso de la tecnología en la actualidad, decía días pasa­dos que la tecnología en sí no es "ni buena ni mala" , sino que debe ser valorada sobre todo por la utilidad, por el servicio que presta a quie­nes la utilizan.

Poniendo ejemplos actuales y aplicados en la realidad de nuestro propio país, la tecnología ofrece la posibilidad de que un paciente de una localidad del interior del país reciba la aten­ción especializada desde un importante cen­tro médico de alta complejidad a través de la comunicación entre profesionales gracias a la tecnología. La domótica que permite habitar en casas, edificios y hasta ciudades "inteligentes" manejando todo tipo de artefactos y hasta la seguridad, desde la distancia.

En la actualidad, llama la atención el enorme interés de los niños y jóvenes en las posibilidades que ofrece la cien­cia y la tecnología para el desarrollo de sus ideas y también para formar equipos de investigación y trabajo que sorprenden y asombran a quie­nes los observen. Ellos son los "nativos tech", que no le temen a los desafíos y que desde muy pequeños entran al mundo de la robótica, por ejemplo, como en un juego del que obtendrán verdaderas soluciones para las necesidades de todo tipo. Allí están, creando innumerables ele­mentos que ayudan desde detectar temprana­mente una enfermedad, hasta prestar servicios importantes para la agricultura, la industria y el comercio.

Recordemos, por ejemplo, la repercusión que tuvieron y tienen los trabajos de jóvenes inves­tigadores que realizan prótesis en 3D, ofre­ciéndolas a quienes la necesiten para adquirir calidad de vida y recuperar funciones perdidas. Resaltando, en estos casos y en otros en los que inquietos y creativos jóvenes logran combinar su interés por la ciencia con la solidaridad hacia otras personas que padecen condiciones de vul­nerabilidad o falta de medios económicos para acceder a caros tratamientos o prótesis de alto costo.

Por eso, incentivar la enseñanza de la ciencia y la tecnología desde los primeros años de la educación es una apuesta valiosa y necesaria, si queremos que el país transite el camino del futuro desde el presente.

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