Fotos: Nadia Monges

El comisario Ismael Aguilera Martínez es probablemente uno de los personajes más injustamente desconocidos en el proceso del hallazgo de los Archivos del Terror. Sin su intervención jamás se hubiera llegado a esta pila de documentos que prueba el sistema de tortura empleado por el régimen de Alfredo Stroessner durante varios años, que dejó desapariciones, muerte y dolor. El comisario Aguilera Martínez, que acaba de publicar su libro “Mi lucha por la verdad”, habló con Augusto dos Santos para el programa “Expresso” del canal GEN.

Augusto dos Santos (ADS): ¿La lucha por la verdad es una lucha siempre difícil, comisario?

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– Así es. No quiero decir venganza porque sufrí cinco años en Investigaciones, que nunca me gustó el ambiente. De verle a mis prójimos, inocentes, otros pueden ser comunistas porque no le conocemos por la cara quién es y no es comunista. Porque bastante intrigas había en esos tiempos, aprovechando la dictadura. A mí me tocaba hacer guardia, en la entrada sobre Presidente Franco.

– ADS: Estamos hablando con una persona del staff policial. Se habló muchísimo con las víctimas y casi nunca con los policías. ¿Qué pasaba en esos cuartos del terror?

– Yo recibía a los presos, algunos se anotaban y otros no. Aquellos que no se anotaban en el libro de novedades tenían un viaje sin retorno, con seguridad a la madrugada. Aquellos que se anotaban en el libro de novedades y se les haya muerto en la pileta o la tortura, se anotaban en el libro.

– ADS: Así que hay muchos que entraron y siquiera nunca se supo quiénes eran y ya estaban sentenciados.

– Y solamente figuraban como desaparecidos.

– ADS: ¿Quiénes eran los más sanguinarios torturadores que usted recuerda?

– Camilo Almada, alias “Sapriza”, porque era criado del Cnel. Sapriza, justamente cuyo hijo llegó a ser comandante. Era menos antiguo mío, un privilegiado. Qué mal vivimos por falta del raciocinio en nuestro país. Porque el pobre que viene en busca de vivir bien, de buscar mejores y pasarlo a su familia algo, difícil es. Pero aquel que está bien y tiene influencia, así como Sapriza, que es hijo de un coronel de caballería y era ahijado de Stroessner. Era uno de ellos.

– ADS: ¿Cómo era el procedimiento que se daba al interior de ese sitio. ¿Esto que se cuenta de las categorías de las torturas, de sus formas, eso es real?

– Es real. Adentro en donde yo estaba haciendo guardia, se llamaba central. De ahí a una cuadra, sobre Presidente Franco, estaba la oficina de Vigilancia y Delitos. Ahí estaba la batea grande para torturar en el agua. Se le ataba de los brazos y las piernas. Metiéndole boca para arriba, controlándole si está aguantando. Le saca afuera, le mete de nuevo y de a poco va ensuciando el agua de materia fecal. Algunos salían vivos y otros no. Porque de un trago grande se ahogaban. También había ahí una pieza grande donde tenían cantidad de políticos, según ellos, y ahí escuchaban el clamor, el gemido de los torturados.

– ADS: Como una forma de tortura también..

– Claro. Golpeaban las paredes, no sabían qué hacer, porque ellos sabían qué le tocaba después.

– ADS: ¿Era una habitación pequeña, cuánta gente estaba, quiénes más estaban ahí?

– Y los supuestos comunistas.

– ADS: Pero digo, por parte de la Policía o el Estado, ¿quiénes estaban?

– Solamente los dos torturadores de turno. Estaba el famoso “Kururu pire”, ellos son los famosos profesionales, estaba el otro también...

– ADS: ¿Camilo Almada, comisario?

– Sí señor, era el principal. Y el otro era Lucilo Benítez, alias “Kururu pire”, ellos dos fueron los principales torturadores.

– ADS: ¿Cómo hacían el seguimiento de lo que pasaba en las celdas de torturas, las autoridades superiores?

– Estaba como jefe Víctor Martínez, el famoso Víctor Martínez. Él era el temeroso, quien daba las órdenes. Tenía jerarquía de comisario principal. Él es el que daba todas las órdenes.

– ADS: ¿Y qué era la Técnica?

– Correspondía al Ministerio del Interior. Yo nunca iba ahí, pero eran en las mismas condiciones el procedimiento.

– ADS: Era una sucursal de tortura, digamos..

– Exactamente.

– ADS: Qué jerarquía tenía usted en ese momento?

– Oficial ayudante.

– ADS: ¿En qué momento usted dice que no era un ambiente en el cual quería ir creciendo o en qué momento habla con sus superiores?

– Muy poco hablamos con ellos. Solamente nos tocaba hacer guardia, anotar los que entraban, los datos, recibir lo que tenían en su poder y después lo que no se anotaban, entregábamos a la Caperucita Roja, que era el único encargado de llevar a hacer las desapariciones... Crescencio González.

– ADS: La Caperucita Roja era una camioneta pintada en rojo, sin ventana...

– Sí, y en eso se transportaban los torturadores, pasando las 00:00 y regresaban antes del amanecer. Me imaginaba yo cómo habrán matado a la gente o quizás enterraban a la gente todavía sin que murieran. Usaban un grillo, que son varillas de hierro largas, que tenían candados en las extremidades y por los pies les colocaban tipo grampas, para que no puedan caminar. Ellos buscaban forma de levantar y poder caminar, porque les lastimaban los tobillos.

– ADS: ¿Qué elementos usaban para hacer las torturas, además de las piletas?

– Picanas eléctricas también. Pero yo le quiero decir que a ese grillo le sacaban la grampa, con él salía un lado el candado y usaban eso como para golpearle a la víctima. Porque cuando me traían después de usarlo, estaba siempre todo salpicado de sangre. Por eso yo digo que usaban como herramienta el grillo.

– ADS: ¿Esos desaparecidos son los que fueron enterrados en la Agrupación Especializada, comisario?

– Sí, muchos de ellos. En época de Planás fue.

– ADS: Estamos hablando de que cada noche, o por lo menos varias noches en la semana, había actividad ahí y se tenía fallecidos?

– Siempre había actividades ahí. Ruidos. Ellos hacían ruidos con música. En la central misma torturaron e hicieron “ablandamiento”. Se escuchaban patadas, golpes.. la gente pedía socorro, se escuchaban gritos de “yo soy inocente” y yo hacía guardia. Éramos cuatro grupos, no puede ser que solamente en mi horario de guardia haya pasado.

– ADS: ¿Cuánto tiempo estuvo haciendo guardia?

– Estuve ahí cinco años. Soporté cinco años.

– ADS: ¿Qué pasó después?

– Me echaron, por criticar los procedimientos.

– ADS: ¿En qué momento fue eso, cómo fue?

– Se hizo un allanamiento en Santísima Trinidad y este Camilo Almada vino a buscar bolsa. Y para qué querés, le dije. Voy a ir a traer gallinas de un gallinero, me dijo. “Demasiadas gallinas hay”, me volvió a decir. Y critiqué ese procedimiento. Llegó a oídos de Víctor Martínez, y ese es el jefe que estaba a cargo de Camilo Almada y Benítez, como privilegiados. Y esa crítica me costó la baja deshonrosa. Después de un mes de estar en el calabozo.

– ADS: ¿Para esa época qué jerarquía tenía?

– Estaba como oficial primero, con dos años ya de antigüedad. A partir de esa baja estuve un año y ocho meses sin trabajo, buscando ver qué hacer. Tenía 4 hijos chicos en la familia. Pero mi hermano que es más antiguo, luchaba por mí en la Policía. Me ayudaba para vivir. Después le tocó la oportunidad, se cambió el jefe de Policía, Ramón Duarte, y vino el general Brítez, y mi hermano se fue como girador de gastos.

– ADS: ¿Cuántos hermanos policías eran?

– Cuatro hermanos. Todos policías. Pero a mí me tocó la peor parte.

– ADS: ¿Su hermano logra tu reincorporación?

– Sí, logré gracias a que mi hermano habló con el general Brítez. Llamó al jefe de personal a preguntar por mí y él dijo que yo era un buen oficial, un oficial trabajador. Yo era un oficial de carrera. Y entonces el general Brítez pidió que vuelva. Y fui reincorporado mediante un decreto del Poder Ejecutivo. Al ser reincorporado, yo no tenía que perder mi antigüedad, pero lo perdí. Perdí nueve años de carrera. Cuando yo era oficial primero, mis camaradas ya eran comisarios.

– ADS: El descubrimiento del Archivo del Terror ha sido uno de los momentos históricos más importantes de la democracia paraguaya. Cuando decimos “descubrimiento” parece que alguien pasó, se tropezó por él y descubrió, pero no es así. Y usted tiene mucha participación en eso. Cuéntenos comisario cómo pasó.

– Recorriendo por las comisarías, llegué a los 21 años a comisario principal. Fui nombrado subdirector en producciones. Un cuartel de artesanos. Y el director no era de carrera, entonces, pareciera que nos reservábamos, hablábamos poco. Y me dio el cargo de manejar las fábricas, eso de mandar hacer ladrillos, etc. Y venía de vez en cuando. Pero especialmente una vez vine para mi cumpleaños y visité la institución, y me sorprendió que se estaba quemando papeles, documentos. Y además que en la entrada misma que entonces era mi oficina. Y muchos no me quisieron decir nada, de por ahí un oficial me dijo, calladamente, que se habían traído papeles de investigaciones y se va a quemar todo. Se esperaba eso. Comencé a escribir.

– ADS: ¿De qué año estamos hablando, más o menos?

– En 1992 ya fue eso.

– ADS: Y empezó a escribir sobre eso.

– Sobre las irregularidades. Y entre eso pongo el archivo del terror y sale en mi nota, “el archivo del terror”, semiborrado. Querían borrar, pero no pudieron.

– ADS: ¿A dónde envío esa nota, comisario?

– Le llamé a Francisco de Vargas que era el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados y le dije que cerca del cuartel donde soy director, sorprendí esto. Y acá está la nota al respecto. Le entregué la nota. Y esa nota de inmediato por su chofer le pasó al juez Agustín Fernández. Y se intervino inmediatamente al día siguiente, a la mañana.

– ADS: En la nota que le entrega a De Vargas usted le advierte que se estaban quemando documentos, no?

– Claro, le avisé que se iba a quemar todo y yo sabía muy bien de qué se trataba. Otro policía probablemente no haga porque hay que tener condición. Yo hice sin pensar en la consecuencia. A mí ya me habían echado por baja deshonrosa y a última hora iba a merecer peor aún.

– ADS: Estamos hablando de que era la propia Policía, después de la caída de la dictadura, o sea, la Policía de la democracia la que estaba tratando de quemar. Estaba pasando ya en el proceso democrático y obviamente con el conocimiento de algunas autoridades.

– Democrático, pero eran estronistas. Todos eran estronistas todavía cuando eso.

– ADS: Le entregó a De Vargas, él le dio a Fernández y luego qué pasó?

– Se intervino al día siguiente. Y 14 años después, fuimos invitados a un programa de televisión de Martín Sanemann, y le preguntó por la nota que yo le presenté a De Vargas. Y él contó que tenía guardada esa nota y que no le pudo servir para anexar a las pruebas porque se escribió a mano y en un papel común. Yo no tenía tiempo para buscar oro para escribirle, con letra de oro ni con pergaminos, ni nada.

– ADS: Vamos a ser franco, si no fuera por usted, ningún archivo del terror hubiera existido.

– Así es.

– ADS: ¿Y qué pasa concretamente después?

– Al día siguiente de la nota, llega la comitiva judicial y yo estaba afuera esperando. El director hizo una reunión con los personales y les dijo, ahí va a venir la Justicia a intervenir, yo no voy a permitir, aunque me cueste mi puesto, le dice a mis personales.

– ADS: No sabía que usted era uno de los denunciantes...

– No, no sabían. Y yo le estaba esperando en la entrada del local ya al juez. El juez me ordenó y le dije, yo tengo mi superior acá. Le voy a hacer llamar. No, me dijo, yo estoy apurado y le estoy dando una orden judicial. Vamos le dije, le voy a indicar dónde mismo están los archivos. Con alegría, con entusiasmo. Y le llevé.

– ADS: ¿El juez sabía que vos eras el denunciante?

– No, el único que sabía era Francisco de Vargas. Pero después hablamos.

– ADS: ¿cómo fue ese momento, comisario?

– Y hubo una cantidad de gente. Inclusive dijo por mí “Pancho” de Vargas que a lo mejor fui un policía arrepentido.

– ADS: Y encontraron una cantidad impresionante de documentos...

– Yo hice lo que hice con alegría, con entusiasmo, con amor. Vamos a decir con coraje.

– ADS: Indudablemente. Comisario y como se ve en la tapa del libro, se encontró una montaña de documentos. Muchos de esos casos, usted presenció seguramente.

– Exacto. Así mismo fue.

–ADS: Lo que es el destino...

– Después de 21 años, imagínate que después de recorrer tantas comisarías y justo llegué ahí cuando estaban pensando quemar esos documentos.

– ADS: ¿Se llegó a quemar mucho?

– Yo creo que sí, se quemaron unos cuántos documentos.

– ADS: ¿Y después qué pasó? Imagino que la jerarquía policial no habrá quedado muy contenta con usted.

– Yo fui realmente aislado. Yo quedé aislado de mis camaradas de remesas. De mis colegas. Porque después ya, cuando fui a cobrar mi sueldo en el Círculo Policial, me gritaron los colegas.

– ADS: ¿Qué le gritaban?

– Me gritaban como un marcante te voy a decir, acá viene “Archivo del Terror” y empezaban a gritar todos, especialmente los de Investigaciones, y me decían que a mí me echaron de Investigaciones, que esto y aquello. Y desde luego, porque yo nunca acepté el procedimiento. Me echaron por esa razón. Pero yo no fui para matar a nadie, yo fui a la Policía para defender la vida, y si está a mi alcance ayudar a mi prójimo. Porque se dice que la Policía es una institución sagrada.

– ADS: Tengo entendido que después de este acontecimiento y de esta contribución que usted hizo, cierto que lo volvieron a echar de la Policía después?

– Me mandaron confinado a Fulgencio Yegros (Caazapá), en un pueblito. Al año siguiente nomás ya. Cuando teníamos a Franco de Vargas como interino y él era camarada de mi hermano. Yo tenía que ascender a comisario general. De inmediato me sacó de la lista y me mandó confinado a un pueblito, silencioso y comencé a trabajar de acuerdo a mi vocación. Siempre digo que la policía es una vocación, no una profesión.

– ADS: ¿Sabiendo todo lo que sabían de su actuación, no intercedieron en su favor los diputados, la gente que estuvo con este tema del archivo, no recurrió a ellos?

– Pasé un año en Fulgencio Yegros y mientras ellos se apoderaron, especialmente el juez José Agustín Fernández y Martín Almada, que son socios. Se apoderaron de que eran ellos nomás luego los que descubrieron. Después de venir de allá (Yegros), pasar al retiro, me molestó. Me llamó don Antonio Palazón y me dijo, usted es el comisario Aguilera, usted es un héroe, me dice. Y comenzó a entusiasmarme y andaba él detrás mío para que estuviéramos de aquí para allá. Fuimos a la inauguración del “Archivo del Terror” en la Corte Suprema y ellos eran los agasajados.

– ADS: Y usted estaba en el rincón.. no le recordaron en ningún discurso?

– Yo era nada más que estaba ahí. Nadie se acordó. Entonces nos levantamos en grupo y salimos de ahí, para no levantarme a protestar nada. Salimos de ahí y yo estaba sentado frente mismo. Y me mandó llamar don Antonio Palazón, para retirarme. Y nos retiramos.

– ADS: ¿Qué le recomendaría a un oficial que está empezando en la carrera, comisario?

– Primero que si tiene educación de principio, sea honrado. No sea desordenado. Si es casado, que sea un buen esposo. Sea también un buen padre.

– ADS: Muchas gracias comisario por su tiempo..

– No, muchas gracias a ustedes. Que gracias a ustedes se pueda conocer mi historia. Y que la Policía tiene que trabajar bien para que la sociedad tenga que funcionar mejor.

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