El doctor Nicolás Aguayo relató que hace dos semanas fue llamado en su carácter de hematólogo a un centro privado para ver a una paciente joven por un importante sangrado nasal y gingivorragia (hemorragia en las encías). Señaló que no tenía antecedentes de fiebre, dolor de garganta ni tos.

Dijo que al examen físico, además del sangrado nasal y de encías, presentaba pete­quias y equimosis en la piel, es decir actividad purpúrica; el resto del examen físico salió normal.

Comentó que los estudios laboratoriales de rutina no mostraron nada llama­tivo, no así el hemograma, que mostró una pancitope­nia periférica. Al respecto, plantearon el diagnóstico de púrpura trombocitopénica inmunológica.

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El médico procedió a practi­carle un aspirado de médula ósea, cuyo resultado con­firmó la púrpura tromboci­topénica inmunológica.

“Sin embargo, me llamó la atención que las células de la médula ósea mostraban un montón de alteraciones displásicas como si un virus importante la estaba afec­tando”, indicó el médico.

Indicó que iniciaron el tra­tamiento con corticoides a muy alta dosis, con buena res­puesta en el proceso de recu­peración del número de pla­quetas y la desaparición del sangrado.

POSITIVO A COVID-19

Posteriormente, se le reali­zaron estudios laboratoriales para descartar cuadros vira­les, incluyendo la COVID-19. Dicho resultado arrojó posi­tivo a coronavirus.

“Este caso es extremada­mente importante para los profesionales médicos, ya que muestra una forma de pre­sentación atípica como una enfermedad hemorrágica y sin ningún dato inicial de manifestación respiratoria”, precisó.

El médico apuntó que el virus causó en la paciente un estrago inmunológico y se manifestó como una púrpura trombocitopénica inmuno­lógica. La joven fue derivada a otro servicio para continuar el tratamiento.

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