Un total de 24 mujeres recluidas en el Penal de Mujeres de Buen Pastor convive en el encierro junto con sus pequeños hijos. En el Pabellón Amanecer, estas mamás crían a sus retoños hasta que cumplan 4 años; al llegar a esa edad, deben ser trasladados a casa con sus familiares y, en otros casos, a albergues transitorios conforme lo establece la ley. Por esta razón, ellas sufren cuando se acerca el cuarto aniversario de nacimiento.
“Nuestros hijos son nuestros motivos para levantarnos día a día. Aquí es bastante difícil, a veces pensás y decís ‘ya no puedo más’, ‘ya no quiero saber más nada’, pero cuando vamos a tirar la toalla porque la situación está densa volteamos y miramos a nuestros hijos y recobramos nuevamente las fuerzas para seguir adelante en la lucha cotidiana de este lugar”, dijo Myriam Riquelme, madre privada de su libertad, al equipo periodístico de GEN que visitó el penal para saber cómo es la vida de estas mujeres, en su mayoría madres soltera, y sus hijos en el encierro.
Hoy, a ellas les toca celebrar el Día de la Mujer Paraguaya entre rejas, pero afortunadamente lo harán en compañía de sus hijos. Relataron que estar encerradas ya es un castigo bastante desesperante, pero lo es aún más saber que serán separadas de sus pequeños y no podrán seguir velando por los mismos.
“Muchas personas dicen ‘por qué no le dejan a sus hijos afuera’, ‘ellos no están privados de su libertad’, ‘tienen derecho de salir y compartir con otros niños’, ‘tener una educación normal’. Pero, ¿qué pasa? Yo estoy acá y soy su mamá. Afuera hay mucha violencia, abusos sexuales, maltrato. ¿Qué seguridad puedo tener de que a mi hijo no le va a pasar nada en otros lugares?”, indicó Riquelme.
El equipo encontró a los niños en pleno horario de entretenimiento, jugando en el parque infantil ubicado en el predio de la penitenciaría, donde si bien se les brinda pañales, leche y alimento, a veces faltan y se propicia la ayuda entre las internas.
“Cuando falta algo, somos solidarias, nos prestamos el pañal o la leche”, refirió Rosana Medina. Por su parte, Rocío Cabrera dijo que lo que más cuesta es la convivencia y que surgen riñas entre ellas, a veces porque un niño le empuja a otro. “La situación es difícil acá”, subrayó.
Algunas completarán su pena justo cuando sus hijos cumplan los 4 años, mientras que otras buscarán alternativas para evitar que sus hijos sean enviados a albergues estando ellas encerradas por temor a que sufran algún daño. Para ellas, nadie cuidará mejor de sus pequeños que sí mismas.