Todo empezó en 1963. Ese año, el entonces dictador del Paraguay, Alfredo Stroessner Matiauda, dio a conocer un decreto mediante el cual se ordenó la repatriación de compatriotas que estaban en otros países. El foco de los migrantes paraguayos se centraba en ese entonces –y hasta hoy día– en la Argentina, y otro pequeño grupo en Brasil. Como parte de la medida gubernamental, se estableció ubicar en Caaguazú, al sur de este departamento, a los que recién llegaban.
El pueblito elegido era una colonia agrícola que rápidamente fue conocido como Repatriación, en alusión justamente al decreto estronista. En el lugar se asentaron cientos de familias. También allí y ese mismo año nació la congregación Pueblo de Dios en Paraguay.
Sobre el Pueblo de Dios se tejieron varias leyendas y mitos a lo largo de los años. Esta agrupación religiosa –que, hay que decirlo, siempre tuvo críticas desde el seno de la Iglesia Católica por algunos manejos– tiene su propia manifestación profética, que se aleja de lo que dicta el catolicismo, aunque mantiene muchas de las costumbres dogmáticas católicas.
Para los miembros del Pueblo de Dios, el primer líder religioso de la secta –José, oriundo de Villarrica y que hizo una peregrinación desde Formosa (Argentina) hasta la zona de Repatriación– es el único misionero que tuvo un encuentro con Dios, y cuyas enseñanzas deben seguir. A partir del hermano José se construyó la fe del movimiento.
Después de la creación de la Colonia Agrícola Repatriación, los miembros de la congregación empezaron a tener una fuerte injerencia en la zona. Cada día juntaban más adeptos. Así, con el paso de los años, en Repatriación se hizo costumbre ver a mujeres con pañoletas blancas atadas en la cabeza, vestidos largos. Los hombres trabajaban primero en el rubro de la madera, y luego fueron diversificándose a otros menesteres de la agricultura, como plantación de diferentes granos. La fuerza económica y social de Repatriación empezó a basarse en la congregación religiosa, que rápidamente extendió sus dominios en el departamento. Hoy día, miles de personas de ciudades aledañas forman parte de la secta. Para 1974, Repatriación alcanzó la categoría de municipio, siendo la congregación Pueblo de Dios prácticamente lo más conocido de la ciudad.
Consolidada la congregación Pueblo de Dios como casi el motor económico de Repatriación y de su trascendencia social en todo el departamento, la secta empezó a ganar más adherentes en todo el país. No obstante, tuvieron que pasar 39 años para que nazca un verdadero movimiento político del corazón mismo de la congregación. En el 2014, se oficializó el Movimiento Republicano por la Libertad, por el partido Colorado (ANR) en Karapaí, departamento de Amambay. Karapaí es una pequeña ciudad que logró separarse de Capitán Bado un año antes y en el 2015 tuvo por primera vez comicios para elegir al primer intendente. Así fue que en agosto del 2015 resultó electo Miguel Ángel “Mili” Benítez, candidato del Movimiento Republicano, como jefe comunal. Era el debut soñado para las aspiraciones políticas del Pueblo de Dios.
POLÍTICA Y RELIGIÓN, DE LA MANO

Yo no veo por qué se dice que religión y política no se pueden mezclar. Si la política es el arte de servir y la iglesia, la religión pregona servir al hermano. Con la religión aprendemos a servir. Entonces, no entiendo porqué dicen que no es conveniente esa relación”, expone Ramón Acosta, candidato a senador por el Movimiento Republicano por la Libertad del Partido Colorado. Sentado en su domicilio de Fernando de la Mora, en donde recibió al equipo de La Nación, Acosta habla con tranquilidad. Expone los argumentos que lo llevaron a candidatarse y asegura que ni él ni otro candidato tiene rango o cargo religioso dentro de la congregación, aunque no niega que el movimiento es un brazo político que se desprende de Pueblo de Dios.

Acosta tiene 57 años. Está casado con Norma Sánchez, tienen 4 hijos y un nieto. Dice que se dedica hace años a una miniempresa de distribución de materiales de construcción y que su ingreso a la política no es una casualidad. “Llevo 30 años como miembro de la Junta de Gobierno de la ANR”, asegura. Agrega además que, si bien pueden decir que tienen dentro del movimiento una buena organización financiera, la campaña tiene una financiación austera, porque no piden aportes a nadie para no deber favores.
LA VICTORIA DE KARAPAÍ
La llegada de “Mili” Benítez a la intendencia en la pequeña Karapaí, Amambay, animó a los miembros del movimiento de la congregación a apostar más en política. Dos años después, inscribieron a 600 candidatos para diferentes cargos en 10 de los 17 departamentos del país. En el presente, para gobernador de Central, aparece Víctor Daniel Cartes, primo del presidente de la República, Horacio Cartes. “Siempre estuvimos apoyando candidaturas, cada elección, dentro del partido. Pero esta vez, decidimos presentarnos de forma independiente”, afirma Acosta. El pasado lunes 2 de octubre, el Movimiento Republicano por la Libertad hizo su inscripción dentro de la ANR mirando las internas próximas. Decenas de adherentes y miembros de la congregación acompañaron a los candidatos con una marcha y una bandalisa dio un espectáculo en pleno patio del local partidario. La parafernalia no era para menos. Acosta, frente a los micrófonos y cámaras, dijo tajante: “Tenemos un millón de seguidores en la congregación, de eso estoy seguro que al menos vamos a tener 50.000 votos”. Ahora, ya en frío, relajado y en su casa, Acosta se ratifica en los números posibles y redobla la apuesta. “Sé que muchos ya están cansados de la misma cara en la política y nosotros tenemos una formación cristiana, valores importantes que atraen a la gente”, asevera.
HISTORIAS INVENTADAS
Sobre las versiones que envuelven a la congregación, como por ejemplo que hay trabajos forzados, o que se “lava el cerebro” a la gente que acude a ellos, Acosta dice que son inventos que vienen desde la época del estronismo.

Pastor Coronel y otra gente inventaba cosas para que la gente no vaya a nuestra iglesia. La congregación está abierta para todos, para los periodistas, para la gente que quiera conocer una vida de servicio y de paz. Se dijo que prohibíamos la transfusión de sangre y eso no es así”, dice y se ufana. “Tenemos cada día más gente y no solo en el departamento o en el país. Hoy día estamos en Brasil, Argentina, España y Estados Unidos. Las personas que quieren paz, nos buscan”, asevera.

UN PROCESO DERROTERO
Para el filósofo e investigador social Cristian Andino, la vuelta o presencia de candidatos fuertemente vinculados a grupos o sectas religiosas puede ser la muestra de que estamos ante la vuelta de un proceso derrotero de matar la democracia, cuando se evidencia el resurgimiento de grupos que apuntan a la relación Iglesia-Estado como la vuelta de “auténticos valores” a la sociedad.

Yo creo entenderlo dentro del contexto general. En el mundo hay resurgimiento de grupos nacionalistas, el fenómeno Trump en EEUU ha sido sostenido por los grupos religiosos. Por lo tanto, no es raro que aparezca este tipo de fenómenos aquí, y que aparezcan dentro de un partido tradicional no es tampoco casualidad”, expresa Andino.

El filósofo agrega que la vuelta de grupos de fuerte trascendencia religiosa a puestos de poder político es ir contra un principio básico de la democracia que es la diferencia entre Estado e Iglesia. “Puede que dentro de un tiempo la presencia de estos grupos fuertes religiosos sea sólo una anécdota, o que estemos ante la presencia de un resurgimiento del pensamiento “estado-iglesia” como principio básico de una sociedad, y eso es peligroso”, apunta Andino.
Ramón Acosta se muestra confiado. Habla pausado, pero seguro. Dice que el apoyo de la congregación se debe a una iniciativa fraterna que tiene este movimiento religioso, cuyo actual líder espiritual es Epifanio Aguirre. Según el precandidato, no hay que tener miedo de la gente que deriva de congregaciones religiosas y que incursionan en política. Sino al contrario, pueden aportar nuevos valores.

Este país se puede sanar espiritualmente”, finaliza Acosta.

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