Seis familias ya fueron ubicadas hoy en el barrio San Francisco de Asunción, que espera albergar a mil. La historia de algunas de ellas es un indicativo del cambio que podrán tener en sus vidas estas personas una vez que el barrio empiece a ser una comunidad.

El reloj marca las 11:55. Sofía Amarilla y su esposo, Daniel Franco, están a punto de recibir la llave de la vivienda que habitarán en el barrio San Francisco. Fotos, cámaras, micrófonos, mucha algarabía alrededor. La presentación oficial dura algunos minutos. Después de la parafernalia, los jóvenes voluntarios empiezan a descargar las pertenencias de la familia para ubicarlas en la casa. Dos camas, una pequeña mesa. Los colchones, unos enseres viejos. Un par de muebles. Una mesa vetusta que don Daniel pide ubicarla en el patio, porque le sirve para trabajar sobre ella.

La familia de Daniel Franco y Sofía Amarilla, frente a la nueva casa que habitan desde hoy (Foto de Fernando Riveros)

Don Daniel Franco y doña Sofía son de la comunidad indígena Mby’a Guaraní y llegaron de Antonio López, departamento de Itapúa, a la zona baja del club San Vicente (Perú y Artigas), en Asunción, hace 22 años. Nunca tuvieron la oportunidad de salir del lugar, donde soportaron inundaciones, violencia y estigma durante muchos años. Don Daniel tiene 44 años. Si bien su oficio principal es técnico electrónico, se desempeña hace cinco años como guardia de seguridad en un hotel céntrico. “Por suerte me dieron permiso para poder recibir mi nueva casa” dice. La pareja tiene seis hijos, pero uno ya es mayor de edad y vive en otro lugar. Los otros cinco están con ellos y todos van a la escuela.

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Un proyecto para cambiar vidas

El proyecto del barrio San Francisco plantea una solución integral para las familias de escasos recursos y que no encuentran oportunidad de proyectarse. Hoy se ubicó a las primeras seis familias, pero el objetivo es lograr la instalación total de cien antes de la Navidad para llegar a las mil familias en enero del 2018. “Es un plan que busca sacar a estas familias de la línea de la pobreza. Para eso hicimos estudios para instalar acá proyectos educativos, tendrán asistencia médica, van a poder contar con opciones laborales los padres. Todo está bien encaminado”, expone la ministra de la Senavitat, Soledad Núñez.

Decenas de voluntarios se anotaron para trabajar en ayudar a la reubicación de las familias de la Chacarita (Foto de Fernando Riveros)

La ministra está desde la mañana recorriendo las calles de este nuevo barrio. Se trata de uno de los proyectos más emblemáticos de Senavitat y el propio gobierno adoptó este plan como uno de los más importantes en la gestión de Horacio Cartes. La apuesta es conseguir que estas familias a ser ubicadas realmente puedan dejar la pobreza y proyectar una comunidad con oportunidades, principalmente, para los niños y adolescentes. En principio, los adjudicados podrán vivir un año sin pagar ningún tipo de cuota, pero posteriormente se deberá pagar una suma por el título de la propiedad, más que nada, en cuotas que no serán elevadas y pagaderas hasta en cinco años, para flexibilizar.

El barrio cuenta con centro educativo, una comisaría, una guardería, una unidad de salud familiar -que ya está funcionando- además de redes viales y espacios recreativos. “Se trata de un proyecto modelo, que apunta a cambiar las vidas de las personas que van a vivir en este barrio”, dice la ministra Núñez. “Se trata del mayor proyecto social en la historia”, ratifica Núñez.

Quieren llegar a 100 familias instaladas en el barrio para Navidad (Foto de Fernando Riveros)

El plan contempla dos tipos de viviendas; la unifamiliar y la de tipo departamento, que están ubicados en edificios. En ambos casos, los materiales utilizados son de excelente calidad, según se puede apreciar a simple vista. Las ventanas de blindex y corredizas y en el caso de los departamentos, las luces son led, hay luces de emergencia y cada departamento tiene un detector de humo, además de extintores y sistema de emergencia. “El que quiera fumar, lo tendrá que hacer afuera”, dice, entre broma y en forma seria, una de las trabajadoras sociales que hizo el trabajo de campo para reportar la situación de las familias a ser beneficiarias.

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A sus 32 años, María Rosa Segovia espera su sexto hijo. Está con nueve meses de embarazo y hasta ahora no sabe si su hijo vendrá antes o después de la Navidad. De lo que está segura es que recibirá a su bebé bajo un techo seguro y digno. “Mis cinco hijos están conmigo. Se van toditos a la escuela”, dice María Rosa. Por ahora, la familia completa son ella y sus cinco niños. Creen que el último viene con una bendición, por la casa nueva. María Rosa ya tiene la llave en mano y desde esta noche espera poder dormir en su nueva vivienda. Toda su vida vivió en la zona baja de la Chacarita, por lo que sabe lo que es correr de las inundaciones, refugiarse del calor, intentar abrigarse del frío. Por primera vez hoy podrá hacer que sus cinco hijos duerman en un lugar fresco. En cama.

María Rosa (derecha) y su madre, Leonarda Da Rosa. Serán vecinas. (Foto de Fernando Riveros)

María Rosa tendrá de vecina a su mamá, Leonarda Da Rosa, que con sus 69 años y como buena señora de barrio muestra todas las ganas del mundo para conversar y contar su caso. Madre de 10 hijos, María Rosa es su última hija. “Pasé por muchísimas cosas difíciles en mi vida. Por cosas muy duras. Tener esta casa a esta edad, para mí es una bendición”, dice doña Leonarda. De sus 10 hijos, tres fallecieron. Los tres eran hombres y todos murieron en accidentes sobre motocicletas, en diferentes años y circunstancias. Mientras habla, parece recordar a cada uno de ellos. A pesar de ser una situación extrema y difícil, doña Leonarda se recompone rápido y habla de la casa. Valora todas las cosas que tiene, lo espaciado de cada habitación. Se la ve feliz. Se la ve sonriendo.

Junto a su esposo, Patricio Segovia, doña Leonarda se dedica a la venta de productos en la vía pública. Venden lo que sea y lo que pueden. “Estoy segura que mis nietos van a tener un mejor futuro aquí”, dice doña Leonarda. Ella aguarda tener su llave cuanto antes para poder estar junto a su hija y futura nueva vecina.

Doña Felipa junto a la ministra de Senavitat, Soledad Núñez, ayer en el barrio San Francisco (Foto de Fernando Riveros)

Una persona que ganó notoriedad en todo este tema del barrio San Francisco fue doña Felipa, una de las adjudicatarias. Sin buscarlo ella misma, después de aquel spot en donde se la ve conversando con el presidente Cartes, su nombre se asoció directamente con el proyecto. Pero la doña Felipa que hoy se reunió personalmente con Cartes no es la misma del spot. Un look totalmente cambiado. Maquillaje ayudada por algunas vecinas que parecen más estusiasmadas que ella. Todo preparado para la foto del recuerdo. Doña Felipa es, en cierto modo, la imagen del barrio que lleva el nombre del santo padre.

Apytatama che ape”, dice don Daniel Franco, con una amplia sonrisa, sentado en la mesa de su comedor, bajo ventilador y en compañía de sus cinco hijos, aguardando el almuerzo. Su esposa Sofía arregla lo que puede en la cocina, va ubicando sus cosas. Los voluntarios van colocando los pocos muebles en algunos espacios de la casa.

Hoy, 12 de diciembre de 2017, la vida parece sonreírle a don Franco y a su esposa. Esa misma sonrisa que espera reflejarse en otras mil familias en el barrio San Francisco.

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