ANDREW ROSS SORKIN

Cuando James B. Comey, el ex director del FBI, rinda testimonio ante el comité de inteligencia del Senado, el jueves 8 de junio, sobre su destitución ordenada por el presidente Donald Trump, habrá alguien observando quizá con más intensidad que el mismo presidente y tomando notas en un bloc tamaño oficio.

Ese alguien será Marc E. Kasowitz, el recién nombrado abogado externo de Trump, su consejero desde hace mucho tiempo y que fue contratado para defenderlo en estas circunstancias, en caso de que surgiera la necesidad.

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Dentro de la Casa Blanca –y por todo Washington– la gente se ha pasado mucho lamentándose y chismeando por este nombramiento, mientras que los conocedores de la política tratan de descifrar a Kasowitz, ajeno al establecimiento político.

Pero Kasowitz es bien conocido en los círculos empresariales de Manhattan y Wall Street, aunque al igual que su prominente cliente, nunca haya llegado al círculo interno del establecimiento neoyorquino. Desde que fundó su despacho en 1993, él ha sido más bien un arribista beligerante que miembro de la maquinaria legal de mayor prestigio de la ciudad.

Él es, a falta de mejor comparación, el Donald Trump de los abogados. (Aunque tuitea mucho menos).

Kasowitz es muy diferente del abogado cuyo nombre se menciona por todo Washington como el abogado modelo de los problemas a los que podría enfrentarse Trump: Theodore B. Olson, sabio veterano de Washington que representó a George W. Bush en Bush versus Gore, caso sobre el recuento de las boletas electorales en el 2000 que llegó a la Suprema Corte. Olson después sería abogado general.

Un recorrido por las oficinas de Kasowitz en Kasowitz Benson Torres, en el centro de la ciudad, muestra portadas de revistas y fotografías enmarcadas de él. Siempre tiene en la punta de la lengua su logro más reciente y no se avergüenza con la publicidad. El primer párrafo de su biografía en el sitio web de su despacho, antes de mencionar algún trabajo, cita las docenas de medios informativos que han escrito sobre él, llamándolo el "abogado más rudo de Wall Street", un "superlitigante" y "el más rudo de los tipos rudos".

Un vocero de Kasowitz dijo que no daba entrevistas.

En caso de que no haya quedado claro, a él le gusta un buen pleito. Y mientras más sucio, mejor.

Las batallas de su despacho por Wall Street se han convertido en leyendas.

A partir del 2006, su firma pasó años peleando contra los administradores de fondos de cobertura Steven A. Cohen, Dan Loeb y James S. Chanos a nombre de Fairfax Financial Holdings, acusando que habían lanzado un "ataque alcista" para hacer bajar el precio de las acciones de la empresa. El caso, que los jueces dijeron que era como "luchar contra la piel de un temible león", fue descartado después de once años de ires y venires. Sin embargo, un reciente panel de tres jueces le permitió a Fairfax continuar su caso con la empresa de Cohen.

En otros dramas, Kasowitz ha combatido a ambos lados del mayor combatiente de Wall Street, Carl C. Icahn. En los años noventa, Kasowitz trabajaba para Bennett S. LeBow, propietario del Grupo Liggett, una de las cinco grandes compañías tabacaleras. LeBow e Icahn, trabajando con Kasowitz, trataron en vano de apoderarse de RJR Nabisco. (Kasowitz fue responsable en gran medida de que el Grupo Liggett hubiera podido llegar a un acuerdo en las enormes demandas colectivas a las que se enfrentó por los daños a la salud del tabaco. Esos acuerdos se convirtieron en el modelo para buena parte de la industria del tabaco).

Años después, la firma de Kasowitz se encontró al otro lado de Icahn en una disputa por casinos. ¿Su cliente? Trump junto con su hija Ivanka.

El despacho de Kasowitz representó a los Trump en una demanda contra Icahn, tratando de evitar que comprara tres casinos de Trump en Atlantic City, Nueva Jersey, a raíz de que Trump Entertainment Resorts se declarara en bancarrota. El despacho de abogados de Kasowitz emitió un inflamatorio comunicado de prensa en el 2010: "Donald e Ivanka Trump, clientes de Kasowitz, derrotan al financiero Carl Icahn en una batalla por la adquisición de casinos".

Hoy en día, por supuesto, dados los insólitos enroques que se producen en las alianzas de Wall Street y Washington, Icahn es uno de los mayores apoyos de Trump y se desempeña como asesor especial para la reforma regulatoria.

También en la sección de alianzas extrañas: Kasowitz está representando al empresario Harold Peerenboom en una extraña batalla legal, sobre la cual escribí el año pasado. El caso implica mensajes amenazantes en contra de uno de los mayores respaldos de Trump, el multimillonario Isaac Perlmutter, que era dueño de Marvel Entertainment. (Sería interesante que Perlmutter aprovechara sus lazos con Trump para ponerse en contacto subrepticiamente con Kasowitz).

Un reciente titular en Axios, la nueva compañía de medios, decía: "Marc Kasowitz no es un desconocido para Trump, pero sí para Rusia". No es exactamente cierto.

Recientemente, Kasowitz tomó como cliente a Sberbank, un banco controlado por el estado ruso, en un caso en el que está acusado de conspirar para apoderarse de una compañía de granito. La demanda señala que en la conspiración intervinieron asistentes del presidente ruso Vladimir V. Putin. La demanda afirma que se trata de "un caso clásico de ataque corporativo ruso".

Mientras tanto, en Washington la gran pregunta es si Kasowitz, que no es abogado penal ni tiene mano política, es el más indicado para estar al lado de Trump. Algunos de los amigos y asesores de Trump han cuestionado su contratación.

Pero lo que Kasowitz no sabe de Washington, lo sabe de Trump. Y conoce bien los medios informativos y el ciclo informativo de 24 horas. No es ningún neófito.

Actualmente está representando a Bill O'Reilly, ex presentador de Fox News, en el caso de su despido por acusaciones de acoso sexual. (En el más puro estilo trumpiano, Kasowitz afirmó que las acusaciones eran un caso de "McCartismo").

Como representante de Trump, Kasowitz ha tenido sus altercados con periodistas, algunos de The New York Times. Kasowitz le envió al periódico una carta en la que amenaza con demandar al diario por haber publicado las acusaciones de dos mujeres que dicen haber sido atacadas sexualmente por Trump.

Si lo más importante es la confianza del cliente, Kasowitz tiene por completo la de Trump, para quien ha trabajado desde hace años. El sitio Web de Kasowitz dice que ha representado al "presidente Donald J. Trump en una amplia gama de casos de litigio durante más de 15 años".

El socio de Kasowitz en el despacho, David M. Friedman, fue seleccionado por Trump para ser embajador en Israel. Y otro de los socios de Kasowitz –uno de los más recientes– es Joseph I. Lieberman, ex senador por Connecticut. Lieberman era uno de los posibles candidatos de Trump para reemplazar a Comey al frente del FBI, pero retiró su nombre de consideración en parte porque Trump contrató al despacho de Kasowitz.

Es evidente que, en lo que se refiere a sus abogados, la confianza es lo que más le importa a Trump. Es fama que Trump dijo alguna vez: "No leo mucho. Básicamente leo contratos, pero generalmente mis abogados hacen la mayor parte del trabajo".

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