MICHAEL J. DE LA MERCED

Arconic tuvo que vérselas con muchas cosas en el curso del año pasado.

La compañía, que fabrica partes industriales, estuvo enzarzada en una desgastante batalla con Elliott Management, un importante fondo de cobertura que ha pedido en público que haga enormes cambios en su estrategia.

El mes pasado, Klaus Kleinfeld, que por mucho tiempo fuera director general de Arconic, fue destituido por haber hecho amenazas veladas al fundador de Elliott sin que la junta directiva estuviera al tanto.

Después, el 19 de mayo, ante la perspectiva de cederle a Elliott asientos en la junta directiva durante la reunión anual de esta semana, la compañía ofreció una tregua con numerosas concesiones. Arconic y el fondo de cobertura entonces pasaron el fin de semana elaborando el acuerdo al que no habían podido llegar en meses.

El acuerdo que surgió el 22 de mayo, que contempla cederle tres asientos a Elliott, pone de relieve una vez más el poder los accionistas activistas, que han logrado reformar franjas enteras del mundo empresarial mediante batallas públicas con las compañías.

Inversionistas activistas como Elliott, Third Point y Trian han crecido en estatura e influencia, emprendiéndola incluso contra bastiones del mundo empresarial de la talla de General Electric y Sony.

El continuo retumbar de los tambores de los activistas finalmente barrió con Arconic. Otrora parte de Alcoa, productora de aluminio establecida hace 129 años, la compañía se separó el año pasado para centrarse en un negocio con mayor margen de ganancia: fabricar piezas para aeroplanos, autos y la industria del petróleo y el gas.

Pero rápidamente quedó en la mira de Elliott, fondo de cobertura fundado por el multimillonario Paul E. Singer y que ahora es uno de los accionistas activistas con más éxito que hay. Esta batalla es una de las más observadas en Wall Street, cargada de insultos e insinuaciones y notable por la insistencia de la empresa de pelear en público en lugar de llegar a una tregua discretamente tras bastidores.

A pocos días antes de que los accionistas de Arconic se reúnan en Purchase, Nueva York, la compañía y Elliott, que controla como 13 por ciento de las acciones de Arconic, llegaron a un entendimiento.

Conforme las cláusulas del arreglo, Elliott recibirá tres de los cuatro asientos que había estado buscando en la junta directiva. Uno de esos directores será miembro del comité que buscará el próximo director general. Elliott también tendrá voz en la selección del nuevo director y su candidato preferido, Larry Lawson, es uno de los que serán considerados.

Arconic pondrá a dos directores seleccionados por ella misma: Ulrich R. Schmidt y Davis P. Hess. Este último asumió el cargo de director general interino a raíz de la salida de Kleinfeld. Y uno de los miembros de la junta directiva, L. Rafael Reif, dimitirá de su puesto y será reemplazado por uno de los candidatos de la empresa, James Albaugh.

Después de meses de altercados, los dos lados no habían estado dispuestos a llegar a un compromiso en asuntos importantes, como el tipo de papel que desempeñarían los candidatos a director postulados por el fondo de cobertura.

Pero la semana pasada, la votación preliminar de los accionistas reveló que era probable que Elliott recibiera por lo menos dos asientos en la junta, según una fuente enterada sobre la materia pero que no estaba autorizada a hablar en público. Eso significa que hubieran podido sacar a Hess de la junta directiva mediante votación.

El 19 de mayo, Arconic le hizo una propuesta a David Miller, alto ejecutivo de Elliott que ayudó a dirigir la lucha de apoderados. Esa propuesta consideraba muchas de las condiciones que llegaron a ser parte del acuerdo final, señalaron dos personas conocedoras del asunto.

Entre las concesiones que hizo cada lado, Elliott aceptó renunciar a la creación de un comité operativo de la junta, mientras que se consolidó la posición de Hess en la junta. Lo que no contempla el acuerdo es una cláusula de “congelamiento”, por la cual Elliott estaría impedido de librar otra lucha de apoderados por un tiempo determinado.

Al término del fin de semana, la junta de Arconic y Singer habían aprobado el acuerdo.

Desde enero, las dos partes estuvieron intercambiando comentarios punzantes en público y presentando exigencias, sin dar muestras de dar marcha atrás. En la base de la campaña de Elliott estaban las quejas por el desempeño de la compañía y el liderazgo de Kleinfeld.

Desde que Kleinfeld llegó a ser director general de lo que era Alcoa en ese tiempo, en el 2008, las acciones de la compañía han caído estrepitosamente. Y el fondo de cobertura también manifestó su desacuerdo con otros elementos de su administración, alegando que bajo su supervisión había habido un gasto dispendioso, como las oficinas generales en Manhattan y una campaña de mercadotecnia protagonizada por los Supersónicos.

El momento clave más importante en la lucha de apoderados ocurrió el mes pasado con la destitución de Kleinfeld. En un principio, la compañía explicó los motivos de su partida en términos muy vagos, mencionando las amenazas hechas en una carta a un alto ejecutivo de Elliott sin el consentimiento de la junta directiva.

El fondo de cobertura posteriormente reveló lo que había en dicha misiva: extrañas insinuaciones de que Singer se había puesto en ridículo durante la Copa Mundial de Fútbol en Alemania, en el 2006, y alusiones a un tocado de plumas nativo americano y a la interpretación de la canción “Singin’ in the Rain” en una fuente pública. Junto con la carta, Kleinfeld envió una pelota de fútbol del torneo.

Elliott aseguró que no había nada de verdad en la carta. Y días después de que el fondo de cobertura le informara a Arconic de la misiva, Kleinfeld se fue.

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