• Jorge Torres Romero

Cada tanto aparecen en escena ciertos economistas –aferrados a una visión pesimista y casi apocalíptica de la realidad nacional– que insisten en que el llamado “efecto derrame” es una ilusión, una promesa que nunca llega a la gente.

Sin embargo, los hechos recientes demuestran que esa lectura catastrofista está desconectada de la realidad que viven miles de familias paraguayas.

Hoy, el “efecto derrame” no es una teoría económica, sino una evidencia palpable. El país registra un orden macroeconómico sostenido, con inflación controlada, estabilidad cambiaria y crecimiento en sectores productivos que están impactando directamente en la calidad de vida de los ciudadanos.

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La inversión social supera los 1.000 millones de dólares, orientados a programas que apuntan a la raíz de la desigualdad: el plan Hambre Cero no solo llega con plato digno a más de 1 millón de niños, sino que mueve a proveedores, productores frutihortícolas, cocineras, vendedores de gas, carpinteros, modistas, etc.

La construcción de viviendas populares y para la clase media tiene un impacto directo en la generación de empleos dignos para miles de oleros, albañiles y ceramistas que hoy encuentran en la obra pública una fuente estable de sustento. Los programas para adultos mayores y el aumento del alcance de las transferencias a los sectores vulnerables también surten efecto.

El aumento del consumo interno es otro indicador claro. Las supermercadistas sostienen que subió el consumo, la venta de electrodomésticos, vehículos, etc. Es decir, las familias compran más, los comercios se reactivan y la producción nacional gana impulso.

Estamos lejos de las proyecciones sombrías, la economía se mueve y lo hace con base sólida y eso es reconocido en mediciones reales, no en percepciones interesadas u oportunistas de quienes buscan visibilidad para un nuevo curro con el cuento de las “heladeras vacías”.

Mientras algunos se empeñan en ver ruinas, los números muestran un país que avanza con equilibrio, inversión y justicia social. El verdadero “efecto derrame” ocurre cuando la prosperidad deja de ser privilegio de pocos y empieza a sentirse en cada barrio, en cada mercado y en cada hogar.

Ese es el Paraguay real: el que produce, construye y se levanta sobre la base del trabajo, la estabilidad y la confianza a pesar a los relatores de la mentira y el odio. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

Etiquetas: #efecto#derrame

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