• Por Pepa Kostianovky

En poco menos de un mes, hemos vivido una serie de acontecimientos deportivos que han dado al país, al margen de una presencia internacional y una motivación masiva a la ciudadanía, un considerable plus a la economía interna que legitima el considerar seriamente la idea de hacer del Paraguay un Centro de Actividades. No solo deportivas sino esencialmente sede de congresos y conferencias e incluso de centrales de empresas y corporaciones internacionales.

Aun no tenemos los datos concretos de lo que esta inyección de dinero ha significado en el mercado, incluso en los sectores más modestos, ya que ha generado puestos de trabajo y ventas formales e informales.

Los sectores turístico, gastronómico y en general el comercio, se han visto sorprendidos por demandas a las que se supieron responder con diligencia, entusiasmo y probablemente algunos malabarismos.

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Pero, esencialmente, se ha alentado la inversión en infraestructura, que ya venía creciendo, y ha sido la consigna de la actual administración del presidente Santiago Peña.

Podemos decir que estos días fueron de gran empuje en cuanto a imagen país, a lo que no solo aportaron las políticas impositivas, la gestión impecable de los entes organizadores, el auspicio atinado del empresariado, un aparato de seguridad más que exitoso y el acompañamiento entusiasta de una población que tenia hambre de alegrías.

En resumen, no solamente hemos logrado el contento de vernos premiados con el acceso a la participación en la Copa Mundial de Fútbol 2026 y se ha logrado con los tres eventos deportivos un más que oportuno y distribuido flujo de dinero al mercado interno, sino que se ha logrado inventar una estructura que no debe ser efímera.

Por el contrario, debe seguir siendo alentada y sostenida con la asistencia del sector público, buscando la formalización de las actividades, la regularización de la seguridad y el celoso manejo de lo que todo este crecimiento genera en concepto de recaudaciones.

El pueblo tiene derecho a que todo esto se refleje en la atención del gobierno a sus responsabilidades sociales y en la realidad de un mercado de trabajo gentil.

En resumen, estos días no pueden quedarse en un alegrón efímero y casual, por el contrario, deben ser el amanecer de un país en el que Todos Estemos Mejor .

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