- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Aquellas personas que conocen y dimensionan el valor intrínseco de escuchar activamente tienen mejores chances de entender y comprender lo que se dice antes de emitir su opinión o respuesta.
La capacidad de escuchar hábilmente constituye el cimiento para cultivar relaciones personales positivas.
Muchas veces cometemos el error al comunicarnos buscando impresionar a la otra persona, sin darnos cuenta que una buena comunicación consiste en estar siempre dispuesto a escuchar lo que los otros tienen para ofrecer.
Dale Carnegie en su libro “Como ganar amigos e influir sobre las personas” aconsejaba: “Puedes ganar más amigos en dos semanas siendo un buen oyente que los que podrías hacer en dos años tratando de que la gente se interese en ti”.
Resulta común y hasta normal que muchas personas están acostumbradas a hablar solo de ellos, abordando sus inquietudes y preocupaciones, sin dimensionar la importancia de desarrollar relaciones fuertes con otros.
Ser un buen oyente nos da la posibilidad de poder relacionarnos mejor con otras personas en distintos niveles, lo que nos podría permitir desarrollar relaciones mucho más fuertes y duraderas.
Saber escuchar activamente nos permite poder aprender mejor de nuestros amigos y sus familias, el trabajo, la organización para la cual trabajamos y de nosotros mismos, siendo la clave disponernos a escuchar atentamente a los demás sin interrumpirlos.
Resulta difícil creer o decir que uno tiene todas las respuestas, pues nos podría poner en una situación de peligro, dado que no resulta fácil seguir creciendo y aprendiendo en forma simultánea.
Muchas veces tenemos la creencia de que cuanto más alto estemos dentro de la estructura organizacional de una empresa, menos interés tenemos en escuchar a los demás, cuando que en la práctica resulta lo contrario, pues cuanto mejor posicionados estemos, más dependencia podríamos tener de otros para poder obtener una información confiable.
Uno de los éxitos primarios de muchas empresas está basamentado en saber escuchar a su gente, pues cuanto mayor sea el torbellino de ideas más posibilidades de innovación y creatividad se podrían dar.
Cuando los directivos tienen el buen hábito de escuchar a otros, es probable que casi nunca le falten ideas.
Si le das a los subordinados la posibilidad de que puedan expresar sus pensamientos e ideas, de emitir opiniones y sugerencias y se los escucha con una mente activa y abierta, siempre podrá darse un mejor de ideas dentro de los equipos.
La parte negativa en todo esto es que cuando las personas se den cuenta de que no haces el esfuerzo por escucharlos, no te sorprenda que busquen a otras personas que si los harían.
La práctica de buenas habilidades de escuchar a la gente resulta siempre atractiva, pues si nos proponemos escuchar con constancia a los demás, valorándolos como personas es probable que desarrollen una fuerte lealtad hacia uno.
Lo importante es predisponernos a querer escuchar, mirándolo fijamente a nuestro interlocutor y poniendo toda nuestra atención, para lo cual suponiendo que tengamos una agenda recargada deberíamos buscar el momento adecuado para poder entablar la conversación.
Una regla de oro es tratar en lo posible de no interrumpir al otro, pues muchas veces podría ser tomado como una falta de respeto.
En caso que tengas la mala costumbre de interrumpir en las conversaciones, sería bueno que hagas una autorreflexión a fin de determinar los motivos, que te ayuden a cambiar de actitud.
No debemos concentrarnos solamente en escuchar a la otra persona, sino en lo que dice para poder entender, pues el escuchar en forma eficaz requiere algo más que simplemente oír las palabras que se transmiten.
Para entender mejor, es necesario ser un buen oyente, lo cual ayuda a poder reunir un mayor cumulo de información, y a aumentar la comprensión de lo que la otra persona te lo está transmitiendo.
La mayoría de las personas tenemos la capacidad de oír, pero en contrapartida son pocos los que realmente tienen la virtud de saber escuchar pues entre uno y otro existe una gran diferencia.