• Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

Suelen presentarse casos de personas que están con una posición laboral activa, recibiendo un buen salario mensual que le permite afrontar razonablemente bien sus necesidades económica-financieras pero que no tienen intención de dejar sus actuales puestos de trabajo, sino que empiezan a pensar a futuro acerca de que le convendría para poder ir cimentando en forma gradual su futuro económico, dado que en algún momento tenemos que dejar nuestras posiciones laborales. Y a cuantas personas muchas veces les toma desprevenido, por no ponerse a tiempo a autoreflexionar acerca de lo positivo que podría ser tener “ya algo estructurado”, de tal modo que a su retiro de la empresa pueda tener su propio emprendimiento en marcha.

Aquí se dan “las famosas preguntas”, sin respuestas muchas veces, acerca de que ya tengo un pequeño capital producto de mis ahorros, que me permitiría poder emprender algún tipo de actividad la cual yo conozca y que me dé la posibilidad de poder ir fortaleciendo mi actual posición económica-financiera-patrimonial, pero la verdad es que tampoco estoy en condiciones de “apeligrar” dentro de una sola canasta todo lo que he logrado juntar hasta ahora.

A pesar de que ya estamos en pleno siglo XXI, todavía tenemos a muchos emprendedores que por el entusiasmo que muestran por iniciar su propio negocio no realizan previamente un buen estudio de mercado, definiendo el ramo al cual desean dedicarse y si realmente conoce o no a la competencia, “cómo se mueve”, lo que en su momento constituye un importante valor agregado, y zas, nos tiramos “a la piscina sin agua” y luego sobrevienen los problemas.

Uno no puede arriesgar su pequeño capital para embarcarse en un ramo de negocio en el cual no tiene la cuasi-seguridad de que le podría ir bien, pues es sabido que la competencia dentro de nuestro mercado es cada vez más fuerte y no caben dudas de que seguirá siendo la constante en los próximos años en donde si no se da la suficiente capacidad innovativa y creativa, podríamos quedarnos rezagados.

Es por ello que una de las alternativas que se podrían dar es buscar una persona a quien conocemos, que tenga sentido de responsabilidad y ganas “de remangarse” para poder salir adelante juntos e ir creciendo cualitativa y cuantitativamente.

Y si los dos son conocedores del segmento de negocio que desean explotar, mucho mejor aún, pues es aquí en donde se dan las diferencias y las ventajas comparativas y competitivas que nos darían más chance de ir creciendo y expandiendo nuestro negocio en forma selectiva , tranquilitos y sin prisa.

Una vez tomada la decisión y habiendo encontrado el socio que nos acompañará en “la aventura” de ser emprendedores, pues entonces no deberíamos violar los principios básicos de administración de empresas, empezando por una buena planeación estratégica, organizar y definir bien los mercados objetivos a los cuales deseamos apuntar y ejercer el debido control/monitoreo constante sobre la evolución económica-financiera que le pudiera corresponder al negocio, visualizando en primera instancia si nos convendría empezar a financiar nuestras necesidades de capital de trabajo con recursos propios o bien ya tomamos la decisión de solicitar una financiación de una entidad financiera pero con alta probabilidad de que nos soliciten una garantía adicional.

Se podría dar la posibilidad de que nos ofrezcan una tasa pasiva positiva y podamos dar apertura a un Certificado de Depósito que respalde el préstamo que nos habían concedido, hasta tanto vayamos evolucionando y ya nos conozcan, lo cual nos podría permitir a futuro poder acceder a préstamos de corto o mediano plazo con otros tipos de garantías, que no se refieran precisamente a un Cash Colateral.

El mundo de los negocios es apasionante. Por mas que nuestro mercado siga siendo estrecho y con muchos participantes, ya todo dependerá “de la muñeca” con que manejemos nuestro emprendimiento y los planes estratégicos tanto comerciales, de logística, de créditos que podamos estructurar.

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