• Por Víctor Pavón (*)

Es común considerar al Fondo Monetario Internacional (FMI)como una entidad que vela por el interés de la economía de los países. Consideran sus directivos el orden macroeconómico. Pero ocurre que el orden macroeconómico no es suficiente para el desarrollo. Es una condición necesaria y muy importante, pero insuficiente para crear más ahorro e inversión.

Sería muy difícil que el FMI entienda que la fortaleza de una economía no solo está en mantener el orden macroeconómico, sino en abrir los mercados a la competencia. Y sobre todo reducir el tamaño del Estado haciendo reformas como bajar los impuestos y la deuda, disminuir la cantidad de funcionarios y terminar con la verdadera posición dominante del Instituto de Previsión Social (IPS), la Administración Nacional de Electricidad(Ande) y de Petróleos Paraguayos (Petropar) por citar.

En el FMI no estarían de acuerdo con un plan de reducción de impuestos y con un reordenamiento de la deuda para reducirla a no más del 10 por ciento del producto interno bruto (PIB) y menos con terminarla mediante una carta de finiquito. Sobre esto último sería imposible que preste su acuerdo. Sería como ir contra su misma razón de ser.

La preocupación del FMI se sustenta en que se pague la deuda en tiempo y forma. Luego, apenas habiéndose cumplido con una parte de la obligación, la consigna consiste en respaldar al Gobierno deudor a obtener más deudas a bajas tasas de interés.

Un tema por demás llamativo, igualmente, es que el endeudamiento se considera como una práctica común y necesaria porque los demás países lo hacen y por tal motivo, ¿por qué reducirlo demasiado o dejar de contraer más empréstitos si todos finalmente proceden del mismo modo?

Este razonamiento carece de sustento. Es una falacia conocida como ad populum por el cual algo es cierto simplemente porque muchas personas lo creen o lo hacen. El hecho que todos hagan lo mismo no significa que alguien también lo tenga que hacer. Primero, la deuda no es necesaria si se abren los mercados para que el sector privado ingrese compitiendo en los sectores requeridos.

Segundo, tampoco es necesaria la deuda cuando se encuentra en entredicho el sistema de jubilaciones de las cajas fiscales en nuestro país que debe ser corregido cuanto antes o ¿acaso se pretende corregir el déficit y las pérdidas con más endeudamiento? Tercero, cuanto más se eleve la deuda menos posibilidades habrá de crear ahorro interno. Y cuarto, la deuda conlleva inexorablemente a más impuestos o a crear nuevos tributos e incluso a solventarla mediante la emisión monetaria provocando inflación.

(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Miembro del Consejo Internacional de la Fundación Faro. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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