• Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA
  • jzaratelazaro@gmail.com

Constituye una de las situaciones más dolorosas y angustiantes, no solo de nuestro país sino de nuestros propios vecinos, quienes nos tocan más de cerca, como el caso de Argentina, en donde el índice actual de pobreza es del 38 %, lo que significa que no menos de 11 millones de personas siguen viviendo en situación de vulnerabilidad económica, aun considerando que ha disminuido el año pasado, pues en el gobierno anterior superaba el 50 %.

En Paraguay, el nivel de pobreza ha mostrado una disminución en los últimos años, pero sigue siendo un desafío importante, pues lo que se palpa en la calle es diferente.

La pobreza monetaria se ubicó en 20,1 % de la población en 2024, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) de Paraguay (aproximadamente 1,2 millones de personas), en tanto que la pobreza extrema por encima del 4 % (aproximadamente 250 mil personas).

La pobreza multidimensional, que considera múltiples dimensiones como salud, educación y nivel de vida, afecta a un 20,76 % de la población, con una incidencia mucho mayor en áreas rurales (40,94 %) que en áreas urbanas (8,98 %).

Miles de compatriotas viven en la indigencia, no permitiéndoles tan siquiera poder cubrir sus necesidades básicas como seres humanos.

La carencia de poder adquisitivo, falta de trabajo digno, drogadicción, entre otros males, hacen que miles de personas sigan siendo pobres, constituyéndose en uno de los factores que contribuyen al incremento de la delictividad, pues mucha gente delinque al no tener fuentes de ingresos, incrementándose los índices de violencia e inseguridad.

La pobreza en su acepción amplia no constituye solamente falta de ingresos, sino carencia de acceso a educación y a una salud de calidad, pues dentro del PGN lo que se destina cada año sigue siendo insuficiente, incluida la seguridad, otro gran flagelo que nos acucia día a día.

Muchas personas siguen siendo pobres porque seguramente así lo desean. Como ejemplo, tenemos familias enteras que habitan en la ribera del río Paraguay desde hace más de 40 años.

Nacieron pobres y luego de cuatro décadas siguen siendo pobres, quizás por falta de oportunidades, pero también porque muchos de ellos no tienen afán de superación en sus vidas y sus hijos y nietos también viven así, pudiendo esforzarse para salir adelante, pero no los hacen, salvo honrosas excepciones, con la excusa de ser pobres.

Si bien uno de los objetivos del actual gobierno es la lucha contra la pobreza, que permita sacarlos de la situación de vulnerabilidad en que viven, se hace necesario que se les enseñe y capacite en oficios para que puedan tener una profesión y posibilidades más ciertas de salir de dicha situación.

Solo con subsidios no dejaremos de ser pobres, salvo los adultos mayores quienes ya por su edad difícilmente puedan acceder a un puesto de trabajo y aquellos más jóvenes que por razones de salud no puedan trabajar.

El Ministerio de Trabajo, a través de las entidades que dependen del mismo, como el SNPP, deben encarar fuertes y dinámicas campañas de capacitación en todos los departamentos para que miles de compatriotas que hoy pululan de un lado a otro mendigando por su pobreza puedan tener un oficio que le permita una fuente de ingreso para mantener dignamente a sus familias.

Mencionamos mucho que nuestro país es rico tanto en recursos naturales como en población en su mayoría joven en edad económicamente activa, siendo de suponer que deberían estar trabajando y produciendo.

Necesitamos más proactividad, dinamismo y visión de futuro para que toda esa masa de gente pobre que no produce pueda insertarse al mundo laboral en diversos segmentos de negocios, a través de la generación de nuevas fuentes de trabajo, pues de otra forma todo podría quedar en una simple expresión de deseo.

Se hace necesario que nuestras autoridades salgan de su zona de confort, desechando los meros trabajos de gabinete, pues deberían estar fuera de sus oficinas viendo qué pueden hacer para que a través de un trabajo en equipo coadyuven a superar la situación de pobreza de nuestros compatriotas.

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