• Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA
  • jzaratelazaro@gmail.com

Lamentablemente seguimos teniendo a nivel país cientos de centros educativos en malas condiciones. No es nada nuevo, pues desde hace décadas la desidia y el abandono se apoderaron de las mismas, habiéndose incluso lamentado en varias ocasiones accidentes.

La eterna excusa ha sido que los recursos presupuestarios son insuficientes para poder atender las ingentes necesidades que siempre son ilimitadas.

Si bien el Ministerio de Educación cuenta dentro de su estructura organizacional con un departamento que se ocupa del seguimiento/monitoreo de la infraestructura, los resultados obtenidos hasta ahora han sido limitadísimos, por lo que esperemos que a través de una alianza estratégica con el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones sea este el que se ocupe y se preocupe, a través de su equipo de ingenieros y arquitectos. Esto permitirá tener una “radiografía” en tiempo oportuno de todas las escuelas y colegios que precisen mejoras sustanciales en su estructura edilicia, incluido los mobiliarios básicos que permitan a los alumnos sentirse cómodos para que dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje recibido de los maestros, nuestros chicos puedan entender y comprender las materias desarrolladas.

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El programa Hambre Cero, que lo está llevando adelante el Gobierno nacional a través del Ministerio de Desarrollo Social, gobernaciones y municipios del interior del país, es destacable, pero por más que satisfagan las porciones nutricionales, no se puede dejar de lado la necesidad que nuestros chicos cuenten en sus escuelas y colegios con una infraestructura que les permitan la confortabilidad necesaria para un aprendizaje efectivo, eficiente y eficaz.

El Gobierno deberá enfocarse con mayor énfasis en el mejoramiento de escuelas y colegios a nivel país cuya infraestructura edilicia deja mucho que desear, muchos de ellos en pleno siglo XXI no cuentan con sanitarios sino simples letrinas.

Se les debe exigir a los maestros a que se capaciten permanentemente para que lo que se los puedan transmitir en las aulas a niños y jóvenes, les puedan ser útiles a futuro en sus vidas personales y profesionales.

Nuestro PGN históricamente ha observado un desequilibrio en su estructuración, pues uno de los sectores más carenciados a nivel país ha sido la calidad educativa, cuando que en contrapartida otras instituciones estatales suelen recibir cada año millonarios recursos para el pago de sueldos y otros beneficios a una superpoblación de funcionarios, muchísimos de ellos percibiendo ingresos mucho más allá de los que se los merecen por capacidad e idoneidad con un perfil académico limitadísimo, muchos de ellos apenas con el ciclo medio concluido.

El MEC hasta ahora no ha podido cumplir a cabalidad con sus fines misionales. Nuestra realidad es que históricamente no hemos llegado a invertir tan siquiera el 3,5 % del PIB en educación, cuando que lo mínimo para que puedan verse resultados no debería ser menor al 7 %.

Esperemos que la Ley del Servicio Civil permita una verdadera depuración y racionalización en instituciones de los tres Poderes del Estado, de la multitud poblacional de capital humano, más allá de nuestras reales necesidades, en plena era de la tecnología, donde el trabajo del hombre no será eliminado, sino racionalmente sustituidos por los procesos digitales.

Con una buena coordinación directriz, todos los proyectos pueden llevarse adelante en tiempo y forma, siempre y cuando se dé la voluntad política necesaria.

Nuestra calidad educativa es clave para que podamos tener un país que progrese, crezca y se diversifique en diversas áreas de nuestra sociedad, más aún ahora en que hemos alcanzado el anhelado grado de inversión, que haría que los inversionistas extranjeros se aboquen a la búsqueda de capital humano de calidad a nivel local y no foráneos.

Una buena calidad educativa, junto a una salud pública que satisfaga las necesidades de nuestra gente, se constituyen en dos pilares primarios para la consecución de objetivos y metas cuali/cuantitativas, pues de poco o nada serviría tener buena infraestructura vial, si en contrapartida no podemos hacer uso efectivo de las mismas al carecer de salud y educación a los niveles deseados.

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