• Pepa Kostianovsky

El punto sería que entre los créditos de la Municipali­dad de Asunción, el monto de impuestos atrasados incluye los tributos inmobiliarios de las plazas, que son propiedad de la misma municipalidad. Vale decir que una institu­ción puede ampliar su lista de morosos con sus propias deudas.

¿Esta ridícula relación eco­nómica admite que uno sea al mismo tiempo deudor y acree­dor? Pues veamos: el caso, por lo menos en nuestro país, no es único, ni siquiera raro.

Veamos algunos casos: si el Estado es responsable de la educación pública, la salud pública, la seguridad pública y algunos institutos más con­sagrados por la Constitución Nacional, ¿qué lógica tiene que el mismo Estado se cobre a sí mismo por los servicios públicos, como la electricidad, el agua, los servicios cloacales o las vías públicas?

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Las escuelas y departamentos del Ministerio de Educación (que es el Estado) no tienen por qué pagar los servicios de Ande, Essap, que también son del Estado. Así como tam­poco tienen por qué pagarlos las dependencias del Ministe­rio de Salud ni de ningún otro ministerio.

Cada institución, simple­mente, debería hacer figurar en sus gastos los servicios que recibe de sus propios pares.

Por ejemplo, el balance de Essap debería tener un capí­tulo detallado de servicios al Estado, con sus correspon­dientes apartados: provisión al ministerio tal o cual, con los registros de cada dependen­cia, y el Estado debería incluir cada uno en el presupuesto general de gastos.

Así como los bienes que entran al país dirigidos a los servicios del Estado no pagan impuestos de importación o de aduana, así mismo los insumos de cada dependen­cia deberían estar liberados de impuestos al consumo.

No sé cómo se hará en otros países. Pero a mí, que no soy economista, aunque de polí­tica algo entiendo, me parece que funcionaría con mucha mejor fluidez, y ni hablar de muchos menos costos. Pero este ya es otro tema.

Lo que quiero es que alguien me explique los porqués sí y los porqués no. Y espero que no me salgan con respuestas tales como: “Si cada uno paga lo suyo, cuida más lo que con­sume”. No se me ocurre pensar que las maestras no apa­gan las luces del aula, o que los médicos no tiran la cadena para ahorrar gastos a sus res­pectivos ministerios.

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