• Emilio Agüero Esgaib
  • Pastor

El ideal de Dios en la familia está en el mismo principio de la Biblia donde Él ordena a Adán y Eva unirse y reproducirse, o sea, formar una familia y luego a lo largo de toda la Biblia vemos los principios que sostendrían saludable y armónicamente esa unión como la monogamia, la fidelidad, la ayuda mutua, el respeto, la tolerancia, el perdón, la complementación, la contención emocional y espiritual, la consagración a Dios y muchos mandatos más que nos garantizan una familia unida y feliz.

La familia es la célula fundamental de la sociedad y ha sido banalizada a causa del pecado, pecados como el adulterio, la violencia, el abuso emocional y sexual o el divorcio, entre otras cosas.

Pero esos vicios no le quitan su importancia ni su solemnidad, así como todas las enfermedades no quitan la importancia y la necesidad de la salud. No porque abunden enfermedades, la salud deja de ser importante; al contrario, se valora y es más necesaria que nunca.

El matrimonio y la familia compuesta por un padre, una madre y sus hijos nunca desaparecerán. A la familia se intenta redefinirla, darle otro enfoque, incluso desvirtuarla, pero jamás podrán contra ella porque es natural, necesaria y divina.

Desde que entró el pecado a la humanidad a través de Adán y Eva vemos que en el mismo instante que pecaron su relación matrimonial fue afectada: se vieron desnudos (descubiertos o sin cobertura), tuvieron vergüenza de su desnudez (o sea, su transparencia e inocencia fueron afectadas, ya no eran inocentes ni transparentes), se escondieron de Dios (su comunión divina se descompuso) y tuvieron temor (un sentimiento que bloquea y paraliza), todo eso en el mismo instante en que desobedecieron a Dios. (Génesis 3)

Dios había ordenado que Adán y Eva se multipliquen, luego de la caída, Dios dijo que la orden de reproducirse seguiría, pero los partos de la mujer serían con dolor, o sea, los hijos vendrían con dolor.

Aunque esto se refería específicamente al dolor físico del parto natural, el principio es que los hijos traerían, a causa del pecado, dolor a sus padres, y en general es así, nuestros hijos muchas veces nos decepcionan y nos acarrean dolor, especialmente desde la adolescencia cuando ya se va manifestando su naturaleza caída, así como también nosotros, en mayor o menor medida, hemos traído quebranto y dolor a nuestros padres. Los seres humanos entraban en su estado caído.

Desde ese instante, y como veremos solo en el primer libro de Génesis, el ser humano resultó tan severamente herido por el pecado que veremos como la familia fue siendo destruida paulatinamente en un espiral descendente.

Es claro para la Biblia que los problemas de las familias son a causa del pecado y del alejamiento de los mandamientos divinos. De hecho, el libro de Génesis que empieza con la creación del mundo, la creación de Adan y Eva y un estado perfecto de plenitud y felicidad eterna, termina con la palabra “ataúd” o “sepulcro” (Genesis 50:26).

Así, en todo el AT encontramos historias de familias destrozadas a causa del pecado. Saúl, David, Salomón, incluso de las familias sacerdotales, todas llenas de miseria, desencanto, dolor, infidelidad, traición, abandono, abuso, violaciones, perversiones sexuales, todo eso encontramos en todas las familias de la Tierra.

Tenemos que entender que todo el dolor que sufre el mundo y todo el daño que tienen las familias es a causa del pecado que nos hace orgullosos y egoístas. Si miras tu propia vida o tu propia familia y analizas todo su dolor te darás cuenta que el pecado, manifestado especialmente en orgullo y egoísmo, ha sido el gran protagonista para todo ese dolor.

Etiquetas: #familia#refugio

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