• Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
• MBA

Se han venido promulgando importantes leyes en beneficio de una mejor calidad de gestión dentro de la Administración Pública. La Ley del Servicio Civil, que engloba la modernización, reestructuración y profesionalización de los servidores públicos, ya promulgada por el Poder Ejecutivo, esperemos sea cumplida como corresponde.

Nuestro país precisa que el esquema administrativo y operativo en las entidades que conforman los tres poderes del Estado, sean transformadas y modernizadas para que la ciudadanía pueda recibir un servicio de calidad.

La burocracia, en casi todas las entidades, amerita una reingeniería de los diversos procesos administrativos que permitan reducir los tiempos de ciclo, tornándolos más eficientes, respondiendo a las necesidades actuales, coadyuvando a una mejor consecución de los requerimientos que exige el desarrollo económico y social de nuestro país, en plena era de la tecnología.

No podemos seguir con funcionarios que se quedaron en el tiempo, denotando una gran rigidez y temor a los cambios, sin aportar valor agregado.

Necesitamos servidores que demuestren aptitud, actitud, proactividad, capacidad innovativa y creativa y un buen manejo de todas las herramientas informáticas.

La fusión de entidades que permita ir reduciendo la burocracia del este Estado paquidérmico, que enlentece los flujos de procesos, implicando mayores erogaciones en costos y gastos rígidos y enorme pérdida de tiempo para los contribuyentes, en lo que resta de este año deberá ser superado.

Resulta inadmisible que un país pequeño como el nuestro siga con ministerios y secretarías mucho más allá de las reales necesidades en pleno siglo XXI.

La Dirección de Organización y Métodos (O&M), es la responsable de hacer un análisis/evaluación profesional para simplificar y acelerar los procesos burocráticos internos, más necesario que nunca ahora que ya logramos el grado de inversión por parte de una de las calificadoras de riesgos y estamos a un peldaño de alcanzarlo con otra, si pretendemos que los inversionistas extranjeros confíen y radiquen sus capitales en nuestro país para crear más fuentes de trabajo.

Con la tecnología al alcance de un click ya no podemos seguir a nivel país con una plantilla superior a 350.000 servidores públicos, versus una población que apenas supera los 6.100.000, habitantes.

Debemos concienciarnos y quedarnos con los más capaces, idóneos y que demuestren aptitud y lo que “sea grasa” deben quedar afuera. El cuoteo político, prebendarismo y clientelismo deberá dar marcha atrás, si pretendemos contar con capital humano idóneo, eficiente y eficaz.

El Gobierno debe orientar sus esfuerzos dando a la meritocracia, capacidad, idoneidad, experiencia y trayectoria profesional el lugar que se merecen.

La calidad educativa, salud pública, seguridad nacional e infraestructura deberán ser los principales ejes de gobierno, siendo hasta ahora muy ineficientes por falta de políticas públicas sólidas.

Podemos disponer de todos los software y hardware modernos, pero si no contamos con un capital humano con calidad educativa y buena salud, todo seria mera retórica, regada de populismo. La tecnología podrá avanzar, pero del capital humano muy difícilmente se podrá prescindir en todos los procesos.

Busquemos previsibilidad a los diversos emprendimientos que puedan ser desarrollados tanto por nuestros empresarios locales, como por aquellos potenciales inversionistas extranjeros con intenciones de venir a nuestro país.

El achicamiento del Estado se torna cada vez más necesario, pues nos permitirá ahorro de dinero, mayor eficiencia y respuestas rápidas a la ciudadanía, y a todos aquellos empresarios deseosos de poner en marcha sus organizaciones dentro de nuestro mercado doméstico.

El economista y sociólogo alemán Max Weber reconoce a la burocracia como un tipo de gobierno que puede presentar problemas ante la rígida formalidad y la cantidad de instancias que requiere cada tarea o proceso, por lo que se necesitan estrategias creativas de parte de quienes tienen a su cargo la dirección de los diversos entes, muchos de ellos dejando muchísimo que desear.