- Por Aníbal Saucedo Rodas
- La línea social del coloradismo (II)
Continuando con la necesidad de arrojar un poco de luz a la historia e ideología del Partido Nacional Republicano, debo aclarar que este artículo lo escribo en mi condición de adscripto a sus fundamentos doctrinarios.
La dispersión ideológica y los presagios que anunciaban el final de la historia, para imponerse definitivamente las consignas, demandas e intereses del capitalismo neoliberal, habían motivado al intelectual republicano Osvaldo Chaves, después de largos años de exilio y ostracismo, a proclamar, el 1 de mayo de 1989, casi desesperadamente, la vertiente social de la Asociación Nacional Republicana.
Es que era consciente de que, en la reciente historia política del coloradismo, la voluntad de los hombres estuvo por encima de los valores éticos y los principios doctrinarios del partido que nació del pueblo para reconstruir la patria y reivindicar a la clase de los humildes y postergados sociales. Hay una sociedad que desconfía de la clase política, porque sus figuras más prominentes también habían perdido credibilidad justamente a causa de sus devaneos y veleidades ideológicas que ajustan a su conducta no a la doctrina partidaria, sino a los apremios y acontecimientos coyunturales.
Por otro lado, el voto cautivo era cada vez menos cautivo. La gente ya no votaba simplemente al partido de sus padres o abuelos, sino que empezaba a analizar el perfil, la conducta y la trayectoria de los candidatos. Negar esta realidad es de ingenuos o tercos. Y en su ingenuidad o terquedad, años atrás arrastraron al Partido Colorado hacia su destino de fracaso. Debemos abrir los ojos a las urgencias del presente, un presente que nos conmina a llevar el evangelio republicano a todos los jóvenes del país, a los que ya están afiliados, para que conozcan el fundamento doctrinario del partido al que pertenecen, y que sus actos sean el producto de su conciencia y no el simple reflejo de una tradición. Y a los que no están afiliados, para entregarles los argumentos doctrinarios, nacionalistas, populares y revolucionarios para sumarse a los miles de jóvenes que hoy militan dentro del Partido Colorado.
Como ciudadanos, tenemos una gran responsabilidad y un enorme compromiso: encumbrar con nuestros votos a los mejores, es decir, premiar el carácter, el mérito y la virtud, como nos pedía Juan León Mallorquín, para quien “en política, la línea recta no es la distancia más corta entre el punto de partida y el punto de llegada, sino el camino de la gloria sembrado de espinos, que se vence a fuerza de abnegación y perseverancia”.
Solo eligiendo a los más idóneos, la ciudadanía podrá acceder a una democracia con calidad que ahuyente las descabelladas pretensiones de quienes quieren replicar experiencias del pasado. Y para que tengamos una democracia con calidad es preciso que el pueblo se sienta identificado y consustanciado con quienes ocupan cargos de representación, lo que infelizmente no siempre acontece, motivo por el cual la sociedad, repito, no se siente defendida en sus intereses y sigue presenciando la puja mezquina por espacios de poder de aquellos que solo se preocupan por sus privilegios particulares o sectarios, olvidándose de la más elemental misión de la política: constituirse en un instrumento al servicio de los más débiles y vulnerables.
Por el método simple de descartar lo que no somos, podemos garantizar que el Partido Colorado, de manera alguna, tiene tendencias neoliberales y que sí es innegable su histórica orientación socialista, por su concepción humanista de la política, de permanente reivindicación de los derechos de las clases populares, y en el que se manifiesta el bien común como un principio ético y el Estado de Derecho –que garantiza la paz social– como su fin último.
Dentro de la Asociación Nacional Republicana se impone un congreso doctrinario. A la luz de su Programa/Manifiesto Fundacional –su Antiguo Testamento, en expresiones de Epifanio Méndez Fleitas– y la doctrina vertebrada por sus hombres más ilustres, intelectualmente sólidos y moralmente impecables, se tiene que generar el proceso de recuperación de la identidad ideológica del Partido Colorado.
Podemos, sin embargo, colegir que la doctrina de la Asociación Nacional Republicana se sostiene sobre algunos pilares capitales: 1) el Estado servidor del hombre libre; 2) su rechazo a cualquier forma de manipulación y dominación de los pueblos por parte las naciones más poderosas; 3) su condena al neoliberalismo y sus recetas de privatización; 4) la preservación de la identidad cultural de nuestro pueblo, y 5) el respeto a la dignidad de las personas.
Coincido con Alfonso Guerra, antiguo dirigente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), cuando afirmaba que “van a continuar existiendo dos actitudes ideológicas radicales frente a la sociedad y frente a nuestros contemporáneos: una actitud egoísta, reaccionaria y dominadora y una actitud solidaria, progresista y libre”.
El partido, por su concepción humanista y solidaria, no puede aceptar que “la economía pase a ser una instancia autosuficiente, que impone poco a poco su ley en todos los aspectos de la vida, que instrumenta todo lo que toca, que termina por transformar los valores establecidos –inclusive de la cultura, la tradición, la moral– en valores susceptibles de ser comprados o vendidos”. (Revista El Correo de la Unesco, noviembre 1996). Hasta aquí, por hoy. Seguiremos. Buen provecho.