• Víctor Pavón (*)

Paraguay se caracteriza por una deuda pública contraída a tasas fijas con tipos de interés bajos. Esto comparado con otros países es una ventaja, aunque la mayor parte de los empréstitos se encuentran en dólares.

Esto último es un riesgo de seguir concentrándose la deuda en la citada moneda, hecho que, es de destacarse, el Gobierno viene tratando de corregir con la diversificación a nuestra moneda, el guaraní. En este momento el endeudamiento llega al 41 por ciento con relación al producto interno bruto (PIB).

El servicio de la deuda con las amortizaciones o pagos de capital, intereses, comisiones y otros se vienen cumpliendo. Sin embargo, se ha llegado a un punto donde el espacio fiscal se ha comprometido.

Por este motivo, se hace necesario cortar con el endeudamiento y cuanto antes mejor. Para empezar se deben dar más incentivos a la inversión privada como las Alianzas Públicas-Privadas con el que ya se cuenta con un régimen normativo. De no procederse de este modo, la imagen y el bajo riesgo país que transmiten una fortaleza nacional tendrá fisuras en su cimiento.

De continuarse con el endeudamiento se terminará inexorablemente por aumentar los impuestos y/o a crear nuevos, contraer cada vez más deudas así como apelar a políticas de emisión monetaria.

Las finanzas públicas, primero, se volverán dependientes de nuevos empréstitos; segundo, los nuevos impuestos o la elevación de los ya existentes afectarán la creación del ahorro interno y; tercero, se perderá la inflación de un solo dígito. Cualquiera de estos casos son dañinos no solo para las finanzas estatales, sino sobre todo para la economía privada, la que crea riqueza real.

Además, el país perderá activos estratégicos claves con los que dispone para atraer el capital nacional y extranjero, como su sistema tributario todavía sencillo y de bajas alicuotas como porcentaje aplicado a la base imponible.

Las políticas de endeudamiento sin reformas profundas provocarán el debilitamiento de los bonos soberanos con relación a los mercados financieros. Se podrán seguir emitiendo deudas, pero los mercados no los compensarán debido a la incertidumbre de los nuevos títulos de deudas.

Se iniciará una “burbuja” sin correspondencia con el pago en tiempo y forma de la deuda porque la economía privada ya no podrá responder a los nuevos requerimientos. Después de todo, es el sector privado el único y verdadero pagador.

Lo expresado aquí en esta nota tiene como objetivo alertar a las autoridades sobre lo que se viene. Deudas sin reformas de fondo es igual a estancamiento y a la caída del crecimiento cuyo correlato se da en el empleo y los salarios reales. El Estado tratará de impedir consecuencias todavía más graves, pero siempre y en todo momento el costo lo paga la población.

(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Miembro del Consejo Internacional de la Fundación Faro. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

Dejanos tu comentario