• Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

Muchos de nosotros tenemos la creencia de que trabajando más horas equivaldría a un mayor nivel de productividad. Sin embargo, la cultura laboral en casi todo el mundo está empezando a cambiar de la mano de numerosos estudios y la experiencia de líderes empresariales quienes señalan que la aparente conexión directa entre tiempo y productividad no es tan evidente como podría parecer.

Estudios realizados en la Universidad de Stanford, revelan que la productividad comienza a disminuir cuando se da un exceso de horas trabajadas, lo cual contradice la creencia de que a más hora en el trabajo podríamos ser más productivos.

Señalan que los niveles de productividad no van aparejados con más horas dentro de las empresas.

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Existe un punto de rendimiento óptimo que una vez superado, conduce a un declive en la eficiencia laboral.

Dicho aspecto resulta importante de poder comprender: por qué trabajar más horas no garantiza automáticamente una mayor productividad.

Es innegable que la productividad de los trabajadores comienza a declinar cuando se da un exceso de horas trabajadas. Referentes del mundo empresarial como Bill Gates se han mostrado en esta línea en varias ocasiones.

Señala que la obsesión por las largas jornadas laborales es contraproducente, por lo que deberíamos centrarnos en cómo trabajar de manera más inteligente, en lugar de más horas.

“No debemos confundir actividad con logro”. De allí la importancia de ser más eficiente en nuestro trabajo adquiere mayor relevancia.

La calidad del tiempo que podamos invertir en una tarea es mucho más relevante que la cantidad de tiempo que le dedicamos al trabajo.

Ferris, autor de la semana laboral de cuatro horas, aboga por identificar y concentrarse en las tareas verdaderamente significativas, eliminando las distracciones y evitando el hábito de retrasar actividades que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.

Señala que solo unas pocas horas enfocadas en las tareas claves, pueden superar fácilmente la productividad de días de trabajo desorganizado.

A pesar que estamos en pleno siglo XXI donde la tecnología y procesos digitales los tenemos al alcance de un clic, muchos empresarios siguen todavía con la idea de que a mayores horas trabajadas, mayor productividad.

Una investigación en neurociencia respalda la idea de que el cerebro humano no está diseñado para funcionar en modo constante. Descansos regulares y periodos de relax son fundamentales para mantener un rendimiento cognitivo óptimo.

Breves pausas durante el día pueden mejorar significativamente la atención y la productividad de los trabajadores. En algunos países se plantea la posibilidad de reducir la jornada laboral, pasando a un esquema de 4 días días de trabajo y 3 de descanso en la semana.

La pregunta clave es: ¿Cuál es el camino que deberíamos recorrer para dejar de “desperdiciar” nuestro tiempo cuando ya no aportamos valor?

Las jornadas de trabajo de 8 horas serían una justificación del tiempo perdido. Si trabajamos diariamente alrededor de 4 horas en forma intensiva, dicen algunos investigadores que ya no tenemos más recursos cognitivos, por lo que el resto del tiempo que viene dentro del combo oficina ya no es trabajo sino distracción o socialización.

Una anécdota cuenta que un famoso empresario, aprovechando un vuelo de negocios, leyó en el trayecto un estudio que decía que los trabajadores eran productivos entre 1,5 y 2,5 horas por día e hizo un razonamiento.

Con solo pedirle a los empleados un trabajo eficiente de 40 minutos más por día podrían trabajar 4 días por semana y descansar 3 en lugar del esquema de 5 x 2 que se había popularizado en el siglo XX.

Es un tema para análisis, evaluación y socialización entre empresarios y trabajadores de nuestro país pues no todos enfrentan la misma realidad.

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