• Paulo Almeida
  • paulo.almeida@fdc.org.br
  • Profesor de Liderazgo y Personas en la Fundação Dom Cabral, Brasil. Director del Centro de Investigación en Liderazgos

Un estudio de Harvard Business Review (2017) reveló que los colaboradores que trabajan en ambientes de alta confianza están un 76 % más comprometidos, son un 50 % más productivos y tienen un 40 % menos de probabilidad de sufrir agotamiento. En otras palabras, la confianza no es un “lujo”, es un elemento esencial para un rendimiento sostenible en las organizaciones.

1. Vivimos en una era marcada por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad –el famoso mundo VUCA–. Ante este escenario, los modelos tradicionales de gestión, basados en el mando y control, están colapsando silenciosamente.

Lo que realmente sostiene —e impulsa— el rendimiento de las organizaciones es aquello que muchas veces no aparece en los informes trimestrales: la confianza y la cultura organizacional.

Estas dos fuerzas invisibles construyen el ambiente psicológico y simbólico que permite a los equipos asumir responsabilidad, innovar y entregar resultados consistentes, incluso bajo presión. Como dice el viejo proverbio corporativo: “La cultura se come a la estrategia en el desayuno”. Lo que no dice —y que el tiempo actual revela con urgencia— es que, sin confianza, no hay cultura viva; y sin cultura viva, no hay liderazgo que se sostenga.

La confianza es el pegamento invisible de las relaciones humanas en el trabajo. Es lo que permite que los líderes deleguen sin vigilar obsesivamente, que los equipos asuman riesgos y que los errores sean tratados como aprendizajes. Sin ella, prevalecen el miedo, el control excesivo y el bajo compromiso.

En tiempos inciertos, en los que los líderes no siempre tienen todas las respuestas, la transparencia y la escucha activa se convierten en pilares de la confianza. Asumir vulnerabilidades, comunicar con claridad y mantener coherencia entre el discurso y la práctica construyen más confianza que los discursos inspiradores desconectados de la realidad.

La cultura, a su vez, es el conjunto de creencias, valores, símbolos, historias y comportamientos que moldean la forma en que se toman decisiones y se viven las relaciones dentro de la organización. Se expresa en lo que se celebra, lo que se tolera y lo que se silencia.

Una investigación de Deloitte (2021), realizada con 3.200 ejecutivos en 21 países, reveló que el 94 % considera la cultura crucial para el éxito de sus organizaciones. Sin embargo, solo el 19 % afirma que su cultura está donde debería estar.

Este dato pone en evidencia una crisis silenciosa: reconocemos la importancia de la cultura, pero tenemos dificultades para cultivarla de forma intencional.

Una cultura viva no es solo lo que está escrito en los cuadros de valores corporativos —es lo que se vive en los pasillos, en las reuniones, en las retroalimentaciones, e incluso en los silencios–. Y en ambientes híbridos, donde la conexión humana está mediada por la tecnología, este desafío se intensifica.

Mantener una cultura cohesionada a distancia exige rituales consistentes, narrativas alineadas y líderes ejemplares.

Las organizaciones que invierten activamente en la construcción de confianza y en el fortalecimiento cultural cosechan resultados concretos. Según una investigación de PwC (2023) con 1.500 líderes globales, las empresas con altos niveles de confianza interna presentaron un crecimiento en ingresos de hasta un 30 % superior en relación con aquellas con baja confianza.

Además, registraron menor rotación de talentos y mayor capacidad de adaptación frente a los cambios.

No es exagerado afirmar que la confianza y la cultura son la infraestructura invisible del rendimiento organizacional. Cuando se descuidan, surgen grietas que comprometen la ejecución de la estrategia. Cuando se nutren adecuadamente, se transforman en una ventaja competitiva difícil de replicar.

El rendimiento en tiempos inciertos nace de lo invisible. Y nos corresponde a nosotros, como educadores, líderes y facilitadores del futuro, hacer de lo invisible una prioridad visible.

Esta es, inclusive, la esencia de las investigaciones que hemos conducido en la Fundação Dom Cabral. Creemos que este es un tema clave para la construcción de Futuros Positivos.

¿Y en su organización?

¿La confianza es una práctica o un discurso?

¿La cultura se vive o solo se memoriza?

En tiempos inciertos, lo invisible puede ser su mayor diferencial.

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