- Víctor Pavón (*)
Se considera como cierto que una inyección de dinero en los mercados mediante una mayor cantidad de billetes y monedas aumenta el consumo de las personas y, por tanto, como existe cada vez más dinero circulando se estaría estimulando la demanda de bienes y servicios, aumentando la producción y creando más empleos.
En esto creen los técnicos del pensamiento mainstream (el que hoy sobresale) pero no por ello es correcto. Ahí tenemos el gasto público, la inflación y la deuda pública que, según los técnicos del pensamiento mainstream, se encuentran todo bajo control.
¡No es así ! Ni el gasto, ni la inflación ni la deuda están bajo control. Por el contrario, estamos expuestos a que aparezcan y crezcan sin límite alguno.
Para una mejor comprensión de este tema considero relevante entender sobre el dinero y el capital.
El dinero es un bien como otros, un medio de intercambio aceptado en forma general y utilizado comúnmente. Esto es, el dinero es un medio de intercambio en billetes y monedas así como en dinero crédito que funciona como títulos pagaderos en reemplazo del dinero mercancía.
El dinero llamado fiduciario que hoy tenemos es un bien emitido por el Estado sin respaldo en oro y plata. El dinero fiduciario es el papel moneda, un conjunto de símbolos que el Estado como emisor otorga categoría legal, como en efecto sucede con el dólar, el euro y otras monedas.
Cuando se sacó al oro como base del sistema monetario que permitía que el valor de una moneda se relacione a una cantidad fija de oro, con el sistema actual de dinero fiduciario (creado por el Estado) se inició un proceso de descomposición que ya no puede evitar la inflación y el endeudamiento. Y esto es lo que sucede ahora mismo en la economía mundial.
Cuando se abandonó el patrón oro (1944 y 1971) el sistema monetario y financiero mundial cambió para siempre.
Y se hizo adrede para permitir al Estado contar con el control monopólico absoluto de la emisión de dinero y así salvaguardar sus intereses en cuanto a gastos y aumento de la burocracia en todos sus niveles.
No se puede negar que dado su inmenso poder de coerción, el Estado tiene la potestad monopólica de imprimir dinero; sin embargo, y he aquí lo importante, ese dinero no significa de ninguna manera capital real.
El aumento en cantidad de billetes y monedas no significa mejores condiciones de vida. Más bien si hay más dinero circulando sin respaldo en la producción, habrá menos riqueza y menos poder adquisitivo de ese dinero.
No es la mayor cantidad de dinero la que hace mejorar las condiciones de vida de las personas; es el capital, que solo puede darse previo ahorro con la abstención del consumo presente para diferirlo hacia el futuro junto con la división del trabajo, todo ello en un ambiente de libertad, propiedad y seguridad.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”, “Cartas sobre el liberalismo”, “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes”, y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la libertad y la República”.