Lo primordial que tenemos que hacer como cristianos es estudiar la Palabra de Dios porque a través de ella Dios habla.

No hay sustituto para el cristiano, la Biblia es el centro de todo crecimiento espiritual a través de ella conocemos a Dios, no hay otra manera.

¿Por qué es necesario estudiar la Biblia?

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En primer lugar es necesario estudiar la Biblia para crecer. 1 Pedro 2:2 dice: “Desead, como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcáis para salvación”.

Este verso nos habla de un alimento que todo cristiano debe tener para crecer. Así como un niño necesita alimento para su crecimiento sano así también el creyente.

El apóstol Pablo en 1 Corintios 3:1,2 nos dice que la Palabra de Dios puede ser leche en algún momento y carne en otro. No es que algunas cosas de la Biblia son leche y otras carne, todo en la Biblia es profundo, sustancioso y consistente.

A un bebé se le da leche materna no carne porque aún no está preparado para digerirla, pero lo estará a medida que vaya desarrollándose.

Así también en lo espiritual. Primero aprendemos lo básico, lo general, lo fácilmente digerible, pero eso básico cuando lo profundizamos se va convirtiendo poco a poco en algo mucho más sustancioso y profundo.

Por ejemplo, decir que Dios nos ama es algo básico, es un conocimiento básico, es leche como Juan 3:16 que dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda más tenga vida eterna”. Pero cuando vamos profundizando en esta palabra, analizando la doctrina de la gracia, la sustitución, el sacrificio de Cristo, la fe, la entrega incondicional de Dios y cómo un Dios todopoderoso concilia su justicia con su santidad vamos entrando en aguas tan profundas que, como diría Spurgeon, “nuestra palmada mental no halla fondo”, de hecho, vamos aprendiendo tanto que se va convirtiendo en un misterio infinito y mientras más lo estudiamos más conocemos a Dios y lo amamos.

Esa “leche”, o sea, “Dios nos ama”, se torna en “carne”, una sustancia tan densa que no nos alcanza la vida para poder entenderla a profundidad. El punto acá es que tenemos que crecer.

Jeremías 15:16 dice: “Fueron halladas tus palabras y yo las comí y tu palabra me fue por gozo y por alegría en mi corazón…”. Jeremías comió la Palabra de Dios porque era alimento para él, el acto de comer es un acto de alimentarse, de fortalecerse.

Un bebé o un niño son algo encantador, pero en temas prácticos no son muy útiles, no se les puede dar responsabilidades, no se puede confiar en ellos, no tienen la capacidad siquiera de cuidarse a sí mismos, estamos llenos de cristianos así, gateando por el suelo, haciendo berrinches, haciéndose encima sus necesidades fisiológicas, hay que estar limpiándolos y cuidando que no se hagan daño a sí mismos ni a otros, y no hay problema que así sea con un bebé, el problema es seguir así con alguien que ya debería comportarse como un adulto.

Un adulto que se comporta como un niño no es de beneficio para nadie. Siempre pero siempre la diferencia más importante entre los niños espirituales y los que han alcanzado madurez es el conocimiento de las Escrituras.

Sabemos que algunas personas pueden ser intelectuales en el conocimiento de la Biblia, pero aún inmaduros en sus emociones, puede pasar, pero lo que nunca vas a ver es una persona madura y profunda espiritualmente, pero ignorante a las Escrituras, eso no puede darse.

Nunca podremos derrotar el pecado a menos que lo derrotemos con la Palabra de Dios. En Efesios donde nos muestran toda la armadura de Dios para vencer todas las tentaciones del diablo aparece en el 6:17: “Tomad la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios”. La palabra de Dios es nuestra arma contra la tentación.

Etiquetas: #estudio#Biblia

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