• Claudio Acosta
  • Director del Club de Ejecutivos

En la búsqueda continua de reflexionar sobre diversos temas que buscan mejorar el clima de negocios del país, hoy quiero compartir con ustedes algunas ideas que tienen que ver con los beneficios del uso de tecnologías emergentes en los distintos estamentos del Estado.

En un país como Paraguay, donde la confianza ciudadana hacia las instituciones aún se encuentra en proceso de reconstrucción, la innovación y las nuevas tecnologías ofrecen una oportunidad única: transformar la transparencia del Gobierno llevándola desde la típica promesa retórica de campaña política a convertirla en una práctica real y cotidiana.

La transparencia no es solo publicar datos en portales que nadie lee. Se trata de permitir que el ciudadano pueda, por ejemplo, seguir el flujo del dinero público como sigue una compra online: con trazabilidad, simplicidad y accesibilidad. Y para lograrlo, el Gobierno debe cambiar la mentalidad y ponerse en la piel de una startup exitosa: ágil, centrado en el usuario y dispuesto a iterar constantemente.

Otros ejemplos pueden ser: el uso de blockchain para trazabilidad de compras públicas, inteligencia artificial para detectar patrones anómalos de corrupción y chatbots para responder en tiempo real a consultas ciudadanas. Estas ya no son ideas futuristas, sino que soluciones disponibles, implementadas con éxito en países como Estonia y Colombia, y con proyectos piloto en Chile y Perú, entre otros.

Paraguay no necesita inventar la rueda, sino adaptar inteligentemente lo que funciona y volcarlo a su realidad institucional y cultural específica.

Un paso estratégico podría ser articular esfuerzos entre instituciones estatales, startups y empresas, universidades y sociedad civil (modelo de cuádruple hélice).

En ese punto, considerar y trabajar proyectos de GovTech, desarrollando plataformas que integren datos dispersos entre ministerios y secretarías, y que permitan auditorías ciudadanas en tiempo real sobre el uso de los recursos públicos.

Pero, por supuesto, que la tecnología por sí sola no basta. Necesitamos voluntad política genuina, compromiso privado y una cultura institucional que premie la transparencia y castigue sistemáticamente la corrupción. Abrir los datos de un Estado no es una amenaza personal, es una herramienta de gestión. Cambiar esta mentalidad debe ser parte fundamental de una agenda de transformación digital con foco en integridad gubernamental.

Los beneficios económicos son más que evidentes: mayor transparencia genera confianza, y la confianza atrae inversión extranjera e interna. Cuando los procesos son predecibles y auditables, los costos de transacción se reducen y la competitividad país mejora.

Por algo los países mejor rankeados en transparencia son también los más prósperos en términos socio-económicos y de innovación.

En un contexto regional de creciente vigilancia ciudadana y demandas de eficiencia pública, Paraguay tiene la oportunidad histórica de posicionarse como un país que no solo crece económicamente, sino que a la vez moderniza su democracia basándose en innovación y nuevas tecnologías disponibles.

Porque innovar en transparencia no es un lujo para países desarrollados. Es el nuevo estándar para gobernar efectivamente en el siglo XXI.

Y como todo buen negocio, hay que empezar por escuchar genuinamente al cliente. En este caso, a nosotros, la ciudadanía paraguaya.

Dejanos tu comentario