• Liliana Martínez Florentín
  • Psicopedagoga

J. F., un niño con discapacidad severa en el 5.º grado, y J.C., un adolescente del 9.º grado, con un trastorno social, son dos de los tantos estudiantes con necesidades específicas en nuestra escuela. En mi rol como psicopedagoga, con más de catorce años de experiencia docente y cuatro en esta especialidad, he buscado siempre que cada niño se sienta parte.

Trabajo actualmente en el turno mañana en la Escuela Pública Luciano Cestac, en Fernando de la Mora.

Un día decidí unirlos. En silencio y sin grandes pretensiones, solo buscando que se sientan protagonistas de un momento. Fue maravilloso verlos compartir, aprender y descubrir realidades distintas. Uno se sintió importante por participar, y el otro por comprender la diversidad. Podemos analizar durante horas lo que falta por hacer, pero mientras tanto, los protagonistas siguen esperando. Es tiempo de actuar.

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Proponemos retomar ideas del pasado, como los clubes escolares, adaptándolos a este tiempo. Crear grupos de padres dentro de la escuela para trabajar por la inclusión, acompañados por docentes y profesionales de apoyo.

Que exista una salita institucional con una maestra de apoyo. Proyectos personalizados que respondan a las necesidades reales de los niños.

Quizás parezca poco, un simple grano. Pero cada grano importa. No pensemos en llenar el granero de inmediato. Lo importante es comenzar. Porque para cambiar una realidad, a veces, solo hace falta mirar de frente a un niño… y decidir actuar.

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