• Jaime Zúñiga
  • Presidente del Tribunal de Ética del Club de Ejecutivos

Hace unas semanas tuve el gusto de participar de una presentación muy bien trabajada por parte de una unidad administrativa de un ministerio estratégico. La calidad de información, analíticas y propuestas me dio una luz de esperanza respeto a este tema.

Uno de los principales obstáculos que enfrenta Paraguay en su camino hacia un desarrollo económico sostenible, y con generación real de empleos, es la forma en que se toman las decisiones en el ámbito público.

En demasiadas oportunidades, las decisiones estructurales que afectan el futuro del país responden más a intereses coyunturales o presiones políticas que a criterios técnicos, información disponible o planificación de largo plazo.

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Este patrón tiene consecuencias profundas. La improvisación, la rotación frecuente de autoridades, la falta de continuidad en políticas públicas y la ausencia de evaluaciones técnicas rigurosas no solo generan ineficiencia. También erosionan la confianza ciudadana, desincentivan la inversión y limitan el impacto de iniciativas que podrían mejorar sustancialmente la calidad de vida y el acceso a empleos formales.

En Paraguay, aún no se ha instalado de forma robusta una cultura institucional que coloque a la profesionalización de la toma de decisiones como eje central del desarrollo. Los planes estratégicos nacionales se actualizan con escasa conexión entre sí, muchas veces más como cumplimiento formal que como hoja de ruta efectiva e intencional.

El conocimiento técnico disponible en nuestras universidades, centros de investigación y en el propio sector privado no es convocado sistemáticamente para nutrir la política pública. En cambio, decisiones clave, como qué sectores productivos potenciar, dónde invertir en infraestructura o cómo diseñar programas de empleo, se ven condicionadas por ciclos electorales o acuerdos políticos transitorios. Este modelo tiene un límite, y Paraguay está llegando a él.

Para que la economía nacional crezca de forma sostenida y genere empleos dignos, necesitamos fortalecer un ecosistema donde la información, la planificación y el criterio técnico tengan un lugar preponderante en la gestión pública.

Esto implica avanzar hacia un servicio civil profesional y meritocrático, generar sistemas de información confiables, instalar procesos de evaluación y monitoreo permanentes. Asimismo, reducir progresivamente la discrecionalidad de las decisiones clave.

No se trata de eliminar la dimensión política del Estado, porque gobernar siempre implicará tomar decisiones políticas en menor o mayor medida, sino de construir una base técnica sólida que brinde legitimidad, continuidad y eficiencia a las políticas públicas.

Paraguay tiene una oportunidad única en este momento de estabilidad y apertura económica, pero para aprovecharla debe superar la lógica del corto plazo y apostar por instituciones más fuertes, decisiones más informadas y una visión compartida del objetivo país. Profesionalizar la toma de decisiones públicas no debería ser un aspiracional inalcanzable, es una condición imprescindible para crecer con igualdad y generar oportunidades reales para las próximas generaciones.

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