• Ricardo Rivas
  • Corresponsal en Argentina
  • X: @RtrivasRivas

En las seis elecciones provin­ciales que se desarrollaron en la Argentina en lo que corre del presente año electoral de medio tiempo para renovar la mitad de la Cámara de Dipu­tados y un tercio de la de Senadores, el otrora poderosísimo Partido Justicialista (el pero­nismo) se evidencia perdedor y en caída.

La voluntad popular no acom­paña en las urnas a quienes se suponen herederos de Juan Perón y Evita cuando casi el 22 % del padrón nacional estuvo habilitado para discer­nir con el voto cuestiones provinciales que no siempre tie­nen relevancia cuando en los comicios se discuten asuntos nacionales e internacionales.

Luego de conocidos los escru­tinios en las provincias de Santa Fe, Salta, Jujuy, San Luis, Chaco y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), si algo queda claro es que –con la excepción jus­tamente de la capital argen­tina– los oficialismos pro­vinciales se imponen y que, en ellos, el oficialismo nacio­nal del partido La Libertad Avanza (LLA), que fundara y lidera el presidente Javier Milei, no solo mantiene los mismos volúmenes que en las presidenciales de 2023 alcanzó en la primera vuelta electoral, sino que el 26 de octubre –cuando se realicen las elecciones legislativas nacionales en todo el país– la influencia del libertarismo, según coincidentes encues­tas, “podría crecer y consoli­darse” aunque, aun así care­cerá a partir del próximo 10 de diciembre de mayorías en el Parlamento.

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La percepción en los sentidos expuestos de analistas y rele­vantes actores públicos res­pecto de la evolución de las fuerzas políticas argentinas es tan coincidente que, según el periodista Jorge Liotti, del diario La Nación de Buenos Aires, la expresidenta Cris­tina Fernández (2007-2015) y exvicepresidenta (2019- 2023), “admitió días atrás, durante un encuentro polí­tico del peronismo kirch­nerista –de cara al proceso electoral en desarrollo que, tanto ella como su partido “enfrentamos un escenario muy desfavorable en la pro­vincia (bonaerense) para las elecciones de setiembre. Y si no nos va bien en setiembre, (se pregunta y los interroga) ¿cómo nos va a ir en octubre? Mucho peor”.

Siempre según Liotti, la exjefa de Estado reconoció que le “preocupa el impacto de la provincia (de Buenos Aires que tendrá el resultado de los comicios provinciales que por disposición del gobernador Axel Kicillof se realizarán el venidero 7 de septiembre) en la definición de los senadores nacionales (que se votarán un mes más tarde, porque) si cae el bastión (peronista), como le dicen (a Buenos Aires, el resultado), impacta en todo el país”.

En línea con ese trascendido, Cristina Fernández sostuvo ante sus dirigentes más cer­canos que “si no ganamos en setiembre, no hay octubre posi­ble”. También en esta aprecia­ción de la señora Fernández, coinciden los más relevantes y connotados consultores en opinión pública que trabajan intensamente aquí.

El panorama presente al igual que el del futuro inmediato del peronismo –en cualquiera de sus variantes– y, en parti­cular, el kirchnerista, no es bueno ni mucho menos alen­tador.

Aunque a dicho análisis no exento de complejidad es pre­ciso añadirle la situación judi­cial de la señora de Kirchner que, condenada en tres ins­tancias tribunalicias a “seis años de prisión con la acceso­ria de inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos” por ser penalmente respon­sable del delito de “adminis­tración fraudulenta”, como se encuentra, por un recurso de apelación en queja que la exmandataria presentó ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), si el más alto tribunal de la República rechazara su presentación, inmediatamente podría ser encarcelada porque la condena mencionada más arriba tendrá que hacerse efectiva.

De allí que –según cuatro fuentes del peronismo kirch­nerista bonaerense que dia­logaron con La Nación con la condición de mantener sus identidades en reserva– “Cris­tina quiere presentarse como candidata a diputada provin­cial en la Tercera Sección Elec­toral (la zona sur más cercana a la capital argentina), donde todas las encuestas la señalan como triunfadora” porque de resultar electa tendría fueros parlamentarios y, en conse­cuencia, no podría ser privada de su libertad.

Otros informantes consulta­dos sobre el tema no solo con­validaron aquella intención, sino que añadieron que “con esa estrategia la señora de Kirchner tiene la esperanza de salvar la ropa para no ir en cana (presa)”.

Las horas pasan. Los días también. Si bien desde la perspectiva procesal la Corte Suprema de Justicia no tiene plazos para expedirse, los jueces Horacio Rosatti, pre­sidente; Carlos Fernando Rosenkrantz, vicepresidente; y Ricardo Lorenzetti, tienen claro que el desprestigio del Poder Judicial –que es un dato real, verificable y com­probado entre otros por Lati­nobarómetro– podría cre­cer exponencialmente si no resolvieran la situación que comenzó a tramitarse cuando la imputada era presidenta.

El reloj –algo que los supre­mos parecen desconocer– en este caso les juega en contra. El fiscal general de la Nación, Eduardo Casal, consultado por la CSJN, varios días atrás dictaminó, aunque su dictamen no es vinculante con la decisión que finalmente tomen los jueces, que la con­dena a la señora de Kirchner debe ser duplicada (12 años) y, además, se la debería con­denar también por el delito de “asociación ilícita”, como técnicamente se denomina a una banda (a un grupo de 3 ó más personas) que se ponen de acuerdo para delinquir y obtener beneficios de esas acciones antijurídicas.

De allí que Rosatti, Rosenkrantz y Lorenzetti saben que –ante la opinión pública– tienen 97 días (hasta el inicio del 7 de septiem­bre) para decidir sobre el futuro de Cristina Fernández viuda de Kirchner.

Si no lo hicieran y en esa jor­nada fuera elegida candidata a diputada –desde ese mismo momento, aún antes de asu­mir el cargo– tendrá fueros y, para eventualmente encar­celarla para que cumpla la condena en la causa que la tiene como rea, previamente, deberá ser desaforada por la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires.

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