La prensa chilena se hizo eco la semana de un episodio contado por Joaquín Lavín, exalcalde de Santiago y excandidato presidencial, quien sorprendió al público –que fue al lanzamiento de su nuevo libro, “Chile: ahora es cuando”– con una anécdota cargada de humor y autocrítica, al rememorar su campaña presidencial de 1999.
“Usted era presidente y yo era el candidato de la oposición. Se decía que el presidente Frei viajaba mucho”, recordó Lavín, dirigiéndose al exmandatario Eduardo Frei, que presentó su libro.
El exalcalde relató que en ese entonces, durante una visita a la oficina de Sebastián Piñera, vio una maqueta de un avión LAN sobre un escritorio. “Se lo pedí, lo pinté con tempera blanca para sacarle los colores de LAN y dije: ‘Este va a ser el avión presidencial’”, contó entre risas. Luego, con la maqueta en mano, recorrió el país diciendo que lo vendería, como crítica a los frecuentes viajes de Frei al exterior.
“Con eso casi ganamos la elección”, confesó Lavín. “Pero quiero decirle hoy, presidente, que usted tenía razón: había que viajar. Gracias a todos esos tratados de libre comercio que se firmaron, Chile es lo que es hoy. Así que le quiero pedir disculpas públicas… 25 años después”.
La anécdota fue celebrada por los asistentes y por Frei, que respondió: “Voy a seguir volando”.
Hoy el presidente Santiago Peña es cuestionado por algunos sectores por los viajes que realiza; sin embargo, se deja de lado los beneficios que ello implica para el Paraguay.
Peña se trazó como política de promocionar el país, atraer inversiones, y obtener beneficios económicos: Paraguay es un tesoro escondido ante el mundo.
Peña hoy puede darse el lujo de viajar. Tiene estabilidad política, un parlamento controlado que le genera gobernabilidad y un vicepresidente que no le serrucha la silla como hemos tenido siempre en esta era democrática. Es por ello que le podemos decir a Peña, como Lavín a Frei: “Siga volando, señor presidente”. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.