Los cambios propuestos a la Constitución Bolivariana por Nicolás Maduro (80 en total), no son más que parte del camino que debe recorrer el otrora enriquecido país sudamericano para terminar sus días como la empobrecida isla caribeña de Cuba, hasta hoy dominada por la cúpula castrista.

Paso a paso, de manera consolidada e inexorable, Venezuela marcha sin contratiempos hacia el abismo de una dictadura comunista, con el ficticio nombre de Socialismo. En los últimos años obtuvo un poco de aire gracias a las concesiones comerciales de un gobierno de EE. UU., tan errático como su propio anterior presidente Joe Biden.

Esta situación, sumada a la pasividad increíble de la comunidad internacional y del propio pueblo venezolano, luego del descarado robo de las elecciones y la trampa en que creemos que cayeron los opositores al chavismo, digo “creemos”, porque opositores vemos pero intenciones reales, no sabemos.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

En los 80 cambios constitucionales que plantea Maduro (un teatro realmente, porque el Gobierno maneja a la Asamblea Nacional), se encuentra un aumento en la concentración de poder.

La inclusión del “Poder Comunal” como instancia formal de gobierno podría debilitar la autonomía de los gobiernos locales y regionales, ya que estas estructuras suelen estar controladas por el Ejecutivo. Esto podría derivar en una mayor centralización del poder en manos del oficialismo. La gran farsa de un “nuevo Estado”, solo puede significar la reconversión de instituciones clave y afectaría un equilibrio de poderes o la independencia de organismos como el Parlamento y el Poder Judicial, algo que ya en la práctica es un hecho. Solo que ahora Maduro y su pandilla, o gavilla, quieren hacerlo totalmente legal.

La “traición a la Patria” será considerada un delito mucho más grave y subjetivo. Es la acusación genérica por la cual siempre han obligado a los opositores verdaderos a huir del país y quienes no lo hicieron, han desaparecido en las cárceles o fueron asesinados en ejecuciones disfrazadas de enfrentamientos.

Maduro y su gavilla, tienen y mantienen el poder en Venezuela y para evitar lloriqueos, molestos pero intrascendentes, de la comunidad internacional, han ideado lo que llaman de manera elegante, la flexibilización de las normas constitucionales.

Con esto, la Constitución impulsada por Hugo Chávez perderá valor en la medida que el Poder Ejecutivo ilegal e ilegítimo de Maduro, lo necesite. Esto eliminaría los contrapesos democráticos cuando y cuantas veces sean necesarios.

Por supuesto que la comunidad internacional ha pegado el grito al cielo por estas reformas que darán un viso de legalidad y legitimidad a una dictadura que nunca escondió su verdadero rostro, pero al igual que durante todo el fraudulento proceso pos electoral del año pasado, a Maduro y a su gavilla les “vale madre”.

Pero como también dicen en Venezuela, que “a cada cochino le llega su sábado”, el mundo civilizado no pierde la esperanza que llegue ese día para la nefasta dictadura venezolana y también a su parasitario dueño, Cuba.

Déjanos tus comentarios en Voiz