- Por Carlos Mariano Nin
- marianonin@gmail.com
Nacemos, crecemos y casi sin darnos cuenta comienza la batalla por sobrevivir. En las familias ricas uno es educado para heredar. Hacerse cargo. En las pobres, para salir de la pobreza. Pero todos bajo un mismo estigma: crecer, progresar, ser alguien.
La sociedad nos empuja a eso. No existen fórmulas ni manuales. Cada cual con sus principios y una meta fija.
Así comienza una frenética carrera que no termina nunca. En un mundo cada vez más competitivo la prioridad es ser mejor cada día. Vivimos apurados. Enfocados en el mañana, dejando de lado poco a poco nuestras raíces.
Incluso enfocados en sobrevivir al día. Las cosas que verdaderamente importan dejan de ser importantes y las cosas importantes se postergan a cada momento.
DÍA TRAS DÍA
Así… la humanidad se fue deshumanizando. En parte es el sacrificio en busca del éxito. El precio por alcanzar nuestras metas. O el castigo por lograrlas. Vaya uno a saber. Lo cierto es que en el camino vamos olvidando.
Un día, de pronto, tuvimos que comenzar a ponerle fecha a todo para sentirnos humanos. Así nació el Día de la Primavera para recordar que la juventud se lleva en el alma y en el que por un día miramos flores con la misma magia que se mira un amanecer.
El Día de la Madre porque no hay amor tan grande, el Día del Padre, para recordarnos que por los hijos no existen sacrificios que no podamos desafiar. De los amigos, esas personas que día a día hacen de nuestra vida un lugar mejor donde vivir. De los abuelos, del trabajador, de los enamorados, del perro y hasta del tereré.
Para muchos solo fechas comerciales. Pero para todos, la razón para activar nuestros sentimientos. No es malo. Pero deberíamos bajar un cambio. Besar a mamá. Abrazar a papá. Disfrutar de nuestros hijos y de nuestros abuelos. Detenernos a mirar un atardecer.
Luchar por el país que soñamos. Protestar si hay que hacerlo y no solo resignarnos y callar. Hacer de un día algo seguido. Una fecha sin fecha para dar y sentir esa fuerza que muchos llaman AMOR.
Sé que suena cursi, pero a veces es necesario sacar ese sentimiento postergado que espera un día para decir lo que sentimos. Y deberíamos hacerlo en vida, a cada momento, sin esperar un día que nos recuerde que la vida pasa más rápido de lo que podemos vivirla.
Pero esa, es otra historia…