- Por Emilio Daniel Agüero Esgaib
- Pastor principal de la iglesia Más que Vencedores
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En estas dos historias paralelas que encontramos en el evangelio de Juan capítulos tres (el diálogo de Jesús con Nicodemo) y cuatro (el encuentro de Jesús con la mujer samaritana) aunque eran personas totalmente distintas vemos que había también cuestiones esenciales totalmente iguales.
En el capítulo tres el protagonista es un hombre, Nicodemo. En el capítulo cuatro, una mujer (la samaritana). Nicodemo era un principal entre los judíos, la mujer samaritana una anónima. Nicodemo era un hombre instruido en la religión judía, la mujer samaritana una ignorante. Nicodemo era un hombre puro en su linaje judío, la samaritana una despreciada mestiza. Nicodemo era un hombre de recursos económicos, la samaritana era pobre. Nicodemo tenía una vida ejemplar en cuanto a su moral, familia e instrucción religiosa, la samaritana tenía una vida moralmente desordenada (tenía cinco exmaridos y con el actual ni siquiera estaba casada). Nicodemo fue a buscar a Jesús, la samaritana lo encontró de casualidad. ¿Qué tenían en común? Ambos estaban igual de perdidos y necesitaban de la salvación.
El evangelio de Juan tiene sus particularidades. Es un libro que presenta a Jesús de una manera clara y contundente como Dios hecho hombre desde sus primeros versículos (Juan 1:1-3). En los versos 1:29-34 Juan el Bautista testifica que él era “el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (1:29). En el capítulo dos hace su primer milagro público en las Bodas de Caná convirtiendo el agua en vino y los discípulos empezaron a creer en el (2:11) y “muchos creyeron en él al ver las señales que hacia” (2:23).
Luego llega a los capítulos tres y cuatro ofreciendo salvación a todo el que creyera en él. En la conversación con Nicodemo en el capítulo 3:16 se encuentra el versículo centro de toda la Biblia, el resumen de la revelación de Dios al hombre en su plan de redención eterna diciendo Jesús mismo de él: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que crea en él, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
En el capítulo 4:10;13,14 ofrece a la samaritana un agua viva del cual si alguien bebiere no volverá a tener sed jamás. Se refería a una relación con Dios a través suyo, es por eso que estoy convencido que alguien que diga ser cristiano, incluso que haya sido referente espiritual y retrocede o busca llenar su alma con alguna otra cosa (filosofía de vida, cultura humana, otras religiones o cosas materiales) en verdad nunca conoció realmente al Señor Jesús porque su promesa no puede fallar. Acá hace un ofrecimiento personal a la samaritana, pero en el capítulo 7:37,38 la ofrece abierta y públicamente de manera gratuita. ¿Cuál era esa agua? ¿De qué estaba hablando? En el verso 39 nos dice: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él…”. Vuelve en el capítulo ocho a ofrecer salvación y probablemente no haya ningún pasaje en que no lo haya hecho. A él le urgía que la gente tome lo que él ofrecía: salvación eterna.
Es que si algo tenemos en común todos los seres humanos es en que necesitamos salvación, necesitamos ser perdonados de nuestros pecados, necesitamos reconciliarnos con Dios, volver a tener paz con Él. Mucha gente dice “tengo paz con Dios”, pero ¿entienden lo que eso significa? Muchos creen que tener paz con Dios es estar en paz con sus conciencias, pero eso no es estar en paz con Él, nuestra conciencia también está caída, hay gente que hace cosas muy malas y son religiosas y tienen una conciencia cauterizada que no les confronta. El libro de Romanos 5:1 dice en quién tenemos paz para con Dios: “Tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.