Nuestro país cuenta con apenas una población de un poco más de 6,3 millones de habitantes, no justificándose en plena era de la tecnología que sigamos manteniendo una superpoblación de funcionarios públicos que superan los 300.000, mucho más allá de lo que realmente precisamos.

Haciendo uso inteligente de los procesos tecnológicos que los tenemos disponibles, que permitan su interconexión inmediata entre las distintas entidades en línea, podremos lograr procesos más abreviados y eficientes, acortando los tiempos de ciclo.

Se menciona acerca de la necesidad de dar el lugar que corresponde a la meritocracia, idoneidad, capacidad de gestión y trayectoria profesional porque tiene razón de ser, que nos permitan tener una administración pública de calidad, de la cual estamos carentes desde hace muchos años.

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Con la promulgación de la Ley de la Función Pública y del Servicio Civil, donde los requisitos son los mencionados precedentemente, es de esperar que, dentro de ministerios y secretarías ejecutivas, podamos tener funcionarios que aporten calidad y eficiencia dejando de lado el prebendarismo, clientelismo y amiguismo que tanto daño ya ha hecho a nuestro país.

Nuestras instituciones siguen adoleciendo de debilidad estructural, observándose funcionarios con escasa preparación académica y técnica ocupando posiciones de relevancia, tornando difícil que puedan desempeñarse en forma eficiente, translativo también a los mandos medios para abajo quienes responden a sus jefes inmediatos.

Preocupante, pues siguen absorbiendo mes a mes el mayor porcentaje de los ingresos tributarios, imponiéndose racionalizarlos a través de una reingeniería técnico-financiera, ya que ya no es aceptable que el mayor porcentaje de gastos rígidos los sigan absorbiendo sueldos y salarios, quedando relegados otros sectores prioritarios para el desarrollo del país como salud, educación e infraestructura por efecto del desfasaje en la relación ingresos/egresos.

Todos tenemos derecho a una fuente de trabajo, pero los recursos son limitados o finitos, por lo que el único camino es orientarlos a una mejor calidad del gasto público que ya no debe tener vuelta atrás.

Prioricemos la calidad académica y técnica de los servidores públicos, puesto que resulta complicado su consecución si pretendemos un Estado moderno y eficiente, mantener dentro de la plantilla a un capital humano distante de lo que el siglo XXI precisa.

Una de las calificadoras de riesgos ya nos otorgaron el grado de inversión, y con la otra, estamos a un solo peldaño de lograrlo, por lo que el Viceministerio de Capital Humano, en estrecha coordinación con Capital Humano y Organización y Métodos, deberá centrar sus esfuerzos, para que a fin de año podamos ver a una administración pública saneada, cualitativa y cuantitativamente, que se mantengan solo aquellos que reúnen el perfil y conocimientos técnicos que requieren cada una de las posiciones dentro de sus organigramas.

Tenemos a muchos funcionarios capaces e idóneos, pero subutilizados en función a su formación académica y experiencia, precisándose de una reingeniería que permita aprovechar los talentos y reubicarlos o darles otro destino a los que no rinden en función a la posición y responsabilidad que les son asignadas.

Paraguay cuenta con mayoría de población joven, idónea y capaz para ser merecedora de servidores públicos que puedan aportar verdadero valor agregado al país y a toda la ciudadanía.

Mantengámoslo a los que muestren actitud y aptitud para que nuestra servicio civil dentro de los tres poderes pueda dar el salta de calidad que se espera.

La ciudadanía está hastiada de la ineptitud de aquellos que no aportan casi nada a sus organizaciones, debido a que los procesos de selección siguen siendo deficientes en función a lo que realmente se precisa y exige el capital humano. Donde los concursos de oposición siguen estando casi ausentes.

Vivimos en el siglo de la tecnología resultando lamentable ver que en algunas instituciones muchos funcionarios muestren rigidez en su forma de pensar y de actuar, reacios al cambio, perjudicándose a sí mismos y a la estructura organizacional de las instituciones.

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