• Por Paulo Almeida
  • Profesor de Liderazgo y Personas en la Fundação Dom Cabral, Brasil.

En un entorno corporativo marcado por la complejidad y la constante transformación, la capacidad de gestionar el tiempo y el enfoque se ha convertido en una competencia clave para los líderes. La “economía del tiempo”, es decir, la forma en que utilizamos este recurso escaso y no renovable, ha surgido como una necesidad estratégica, especialmente para quienes ocupan posiciones de liderazgo.

Una investigación realizada por la Harvard Business Review reveló que el 63 % de los ejecutivos sienten que deben “correr constantemente contra el reloj” para cumplir con todas sus tareas y demandas. Este dato no solo evidencia el desafío del tiempo limitado, sino también la presión que muchos líderes sienten en contextos de alta demanda. Con agendas frecuentemente sobrecargadas de reuniones, demandas operativas y actividades urgentes, queda poco tiempo para actividades estratégicas y reflexivas, fundamentales para la creación de valor a largo plazo. Sin embargo, este cúmulo de tareas diarias y la constante presión por “estar en todas partes” afectan negativamente la calidad de las decisiones y el nivel de atención que los líderes pueden dedicar a cada actividad.

Según un estudio del McKinsey Global Institute, la productividad de los líderes puede aumentar hasta un 25 % al aplicar técnicas de economía del tiempo, como la delegación eficiente y la definición clara de prioridades. Este aumento sustancial en la productividad refleja la importancia de una gestión estratégica del tiempo y la necesidad de un enfoque intencional en actividades de alto impacto.

La dispersión de la atención también representa un desafío significativo para los líderes y gestores en la era digital. Estudios indican que las interrupciones frecuentes en el entorno laboral, como notificaciones de correos electrónicos y reuniones de última hora, reducen hasta un 40 % la capacidad de enfoque de los profesionales. De hecho, los líderes reportan que necesitan aproximadamente 23 minutos para recuperar el nivel de concentración después de una interrupción, según una investigación del experto Cal Newport, autor de Trabajo Focalizado. Este dato destaca el costo indirecto de las distracciones y la pérdida de productividad que resulta de la falta de enfoque continuo.

Este impacto de las distracciones es aún más evidente si consideramos que, según un estudio de Microsoft, el tiempo promedio de atención de las personas disminuyó de 12 segundos en el año 2000 a solo 8 segundos en 2021. Esta caída refleja tanto la influencia de las tecnologías digitales como la forma fragmentada en que gestionamos nuestras actividades. Para los líderes, esta falta de enfoque puede resultar en decisiones superficiales, menos innovadoras y de menor calidad, debilitando la capacidad de la organización para adaptarse y crecer.

Ante estos desafíos, la implementación de estrategias de economía del tiempo y aumento del enfoque es esencial. En primer lugar, la definición clara de prioridades debe ser un compromiso diario para los líderes. Esto se puede lograr mediante métodos como el “Principio de Pareto2, enfocándose en el 20 % de las tareas que generan el 80 % de los resultados, permitiendo que el tiempo se utilice de manera más eficaz. Además, la práctica de la delegación es crucial para liberar a los líderes de actividades operativas y permitirles concentrar su enfoque en decisiones estratégicas. Un estudio de Gallup muestra que los equipos cuyos gestores delegan eficazmente son un 33 % más eficientes, gracias a una cadena de trabajo más optimizada y colaboradores más comprometidos. Por eso, no caigas en la tentación del micromanagement y busca entrenamientos adecuados, como nuestro FDC Signature!

Dejanos tu comentario