- Por Marcelo Pedroza
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
La vida es una usina maravillosa desde donde surgen los episodios para crecer. En el surgimiento de las intenciones comienza el proceso de creación de las vivencias que construyen la existencia. Es una elección de los instantes, es el presente a pleno, es el jugo exprimido del vivir. De alguna forma, surge la historia y se manifiesta en el momento oportuno, el que sorprende y deslumbra con su impactante efecto, por eso el trayecto debe ser valorado, respetado, cuidado y querido, aceptado y asumido, así lo que viene tiene el respaldo de lo que fue, de lo que se aprendió, de lo que se vivió.
Ese surgir del hoy tiene su propio vuelo, su andar particular, su tiempo y espacio, aunque se sabe heredero de un pasado. Es la identidad de las esencias que perduran con firmeza, con la entereza que la experiencia genera, la que sostiene el cimiento de los valores y estimula el avance, inspira a las ideas y activa los movimientos.
En el trayecto la diversidad de los acontecimientos interpela a quien lo recorre. Es contundente el flujo de las diferencias y eso hace apasionante el andar, unos piensan de tal forma y otros tienen la propia, no hay distancias sino criterios que se expresan para el surgimiento de encuentros, diálogos y acuerdos que sostengan la voz del crecimiento.
Hay un tiempo para todo. Como el que tienen los pétalos de una rosa, que con su presencia majestuosa lucen su belleza; del mismo modo, a través del comportamiento se conoce el follaje que ha cultivado el ser humano. Por eso la siembra de los sueños necesita atención, dedicación, esfuerzo y coherencia. Entonces, el brote surgirá, se dará y florecerá, en su debido punto.
Afloran los sueños de la niñez, lo hacen con pureza y autenticidad, en ellos cada vida tiene la reserva de la inocencia, de la ternura, del juego limpio, honesto y lleno de complicidad, que prepara para vivir lo que el paso de los años traerá. Es el comienzo del surgir una y otra vez, del tropezar, arrodillarse ante el dolor y levantarse, del limpiar las heridas y mirar hacia adelante y decidir transitar la cuesta que espera una compañía. Se nace tantas veces como se surge, es el interior de uno el responsable de tamaña misión.