- Por Pepa Kostianovsky.
Le dedico esta columna directamente a usted, señor presidente de la República. Con la ilusión de que la lea y la tenga en consideración.
Yo soy una de sus muchas votantes, y le confieso que no soy de los que necesito que mejore mi situación personal. No soy estudiante, soy jubilada de IPS, pero no uso sus servicios de salud, pago un seguro privado y con eso me manejo. Vale decir que no lo voté por la ilusión de mejorar mi vida, sino porque creí y sigo creyendo que con su gobierno todos vamos a estar mejor.
Y cuando digo todos, lo hago considerando a los muchos compatriotas que necesitan una mejora radical y urgente. Porque, como usted bien sabe, viven en condiciones de absoluta miseria.
Le advierto que no soy de las personas que solo mide la realidad por los pobres a los que veo en la calle, o por lo que me cuenta la prensa sobre la situación en los hospitales y las escuelas.
Yo me entero de todo lo que trasmite su equipo de prensa. Lo sigo en las redes sociales. Y entiendo perfectamente los beneficios de que usted ande tramitando de aquí para allá, créditos y esencialmente inversiones que opten por el Paraguay. Y sé que ese es el modo de crecer en productividad y crear fuentes de trabajo.
Y entiendo que esos objetivos son los que permitirán disminuir considerablemente la pobreza y cumplir con por lo menos una buena parte de sus promesas.
Pero, yo, señor presidente, soy de los que podemos darnos el lujo de esperar unos meses, otro año de gobierno, en fin.
Lo que debe preocuparnos, esencialmente a usted, es la gente que no puede seguir esperando. Porque ni es justo, ni es ético, que mientras se hacen todos estos trámites, la gente siga con las mismas privaciones.
Es urgente, señor presidente, que usted le dé una temporadita sabática a su agenda de trámites y negociaciones, y le dedique su tiempo ESENCIALMENTE a los problemas de la salud pública.
No puede ser que los servicios de salud sigan con las carencias abominables que registran. No puede ser que no mejore la atención en los hospitales, y que falten elementos y medicamentos. Y hago especial mención de las lamentables miserias del Instituto de Previsión Social.
Usted no es médico, pero no puede dejar de saber que un paciente oncológico, diabético, hipertenso, al que no le proveen, como es su derecho, las medicinas, no tiene otra opción que hacer polladas.
La gente no puede hacer largas esperas con una aspirina, mientras una neumonía avanza sobre su organismo.
Los niños, los viejos, los pacientes crónicos, las parturientas, no pueden señor presidente, esperar que vengan los inversores a poner la máquina en primera, y salir a la pista a crear riqueza.
Y es ahí, señor presidente, donde la gente que confió y le dio su voto, se da cuenta que no está mejor, es en ese pequeño detalle, en proveer la atención y la medicina de las que dependen sus vidas, donde debe mostrarle a la gente que estamos en buen camino y que “Vamos a estar mejor”.