• Por Sonia Carísimo Canillas
  • Mamá, arquitecta y activista por los derechos de las personas con discapacidad

Siempre sostuve que los viajes son una valiosa inversión. Pero cuando te concentrás a estar siempre consciente de lo que sucede a alrededor y de la complejidad del relacionamiento con “el otro” desde el respeto manteniendo el corazón y la mente abierta para fortalecer el vínculo como único, hace que la experiencia sea más profunda, con aprendizajes trascendentales.

Llegamos a Barcelona para participar del workshop internacional Cataliza de educación inclusiva del movimiento Quererla es Crearla, que da inicio a un proyecto mayor al que Paraguay fue invitado, junto a otros 19 países de Latinoamérica y España impulsado por la Unesco y la Universidad de Málaga, fruto del trabajo social inclusivo generado por el movimiento ION de la Federación Juntos por la inclusión.

En Cataliza, con el lema “Impulsando redes y acciones inclusivas, entre culturas, comunidades escolares y persona”, fueron dos días de intensa experiencia compartida entre estudiantes, familias, docentes, equipos técnicos, de manera presencial y virtual desde cada país, con una fuerte participación paraguaya en ambas modalidades, donde pude notar que aunque nos separe un océano, muchos años de experiencias, intenciones políticas claras y recursos para su implementación en muchos casos, seguimos todos y todas teniendo la misma falta de empatía, inclusión real y participación social de las personas con discapacidad, seguimos con las mismas barreras; prejuicios, desafíos y miedos; llegando a la conclusión que lo que hace posible sobrellevar la carga, aventurarse, dar el paso, equivocarse, comprometerse, unirse, entender la complejidad del comportamiento humano y aprender las buenas prácticas es en el fortalecimiento de las redes de apoyo, cuanto más redes se tenga, mayores serán los desafíos ganados. Entendí en estos días que la educación tiene que dejar de ver la discapacidad como “el problema” priorizando, sin la necesidad de tantos recursos, la observación y la escucha como principal herramienta para la inclusión y es ahí cuando suceden cosas mágicas dentro del aula, los patios, las familias y los corazones abiertos.

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Aunque la federación es joven, 4 años, iniciamos con mucho compromiso buscando co-construir en común-unidad, entendiendo que en nuestro país urge una transformación cultural en la mirada hacia la discapacidad. En el proceso puedo decir que maduramos, nos equivocamos, crecimos en proyectos y alianzas, pero sobretodo en el grupo diverso de personas comprometidas a trabajar por una sociedad inclusiva aportando cada uno/a desde su mirada y experiencia, en donde todas son valoradas. Vamos caminando con pasos fuertes con la convicción de que cada paso sea respetuoso, profundo y eterno, porque lo soñamos para los que lo viven hoy y ahora, y para los que vendrán.

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