Aunque la relación diplomática entre China comunista y Cuba sigue siendo fuerte, la ayuda ha disminuido a medida que China redirige su atención a proyectos e inversiones con mayor rentabilidad y relevancia estratégica. Los motivos para esta situación, geopolítica e ideológicamente impensada años atrás, tiene varios motivos.

Este cambio es parte de una adecuación de la estrategia global de China. El gigante asiático ha diversificado y enfocado sus prioridades hacia regiones que le son de mayor beneficio en su proyecto de la Ruta de la Seda, como algunos países de África, sobre todo en la costa del océano Índico y en América del Sur (Argentina, Brasil y Perú). La dictadura castrista que somete desde hace más de 65 años a la isla ya no ocupa un lugar relevante en la agenda china.

No es secreto que la economía cubana ha venido en picada, sobre todo desde la caída de la antigua Unión Soviética, y el gobierno de Fidel Castro, al que le sucedió su hermano Raúl y a este Miguel Díaz-Canel, no es precisamente el mejor ejemplo de una economía productiva. De hecho, hoy Cuba ya ni puede pagar sus deudas con producción de azúcar o con exportación de médicos como lo viene haciendo o lo hacía con China, Venezuela o Brasil.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

No existe un retorno a la ayuda y mucho menos a los préstamos que China hizo a Cuba, que hoy se debate en una situación de calamidad por la llegada del huracán Óscar y encuentra a la isla caribeña sin posibilidad de reanimar a su sistema eléctrico. Toda Cuba está sumida hasta ahora en la más absoluta oscuridad y tanto el huracán, un actor circunstancial, como el desgastado reclamo por un inexistente bloqueo desde los EE. UU., no hacen sino exponer a un régimen que ha fallado a su pueblo y se niega a liberarlo, siempre esperanzado de encontrar un nuevo “socio” a quien parasitar para continuar con un sistema que ya no tiene lugar en estos tiempos.

China es pragmática y al ver que no existen oportunidades para obtener un retorno económico significativo, ha optado por redirigir sus inversiones y ayudas a otros países en donde tienen mayores posibilidades de recuperar su aporte. Eso no lo hace fiable, pero es la realidad de lo que sucede en China y Cuba.

A pesar del pasado socialista en común, el aporte de Cuba es escaso, irrelevante y los chinos han priorizado las relaciones económicas por sobre las ideológicas, pues el modelo cubano no se ha modernizado y ya prácticamente no hay nada que la isla pueda producir. La economía cubana enfrenta serios problemas como la falta de reformas políticas y sociales además de la ineficiencia de un Gobierno cuya política de Estado en las últimas décadas se ha basado en aguardar las remesas de los cubanos desde EE. UU. y “asociarse” a un amigo rico a quien vivirle y la Venezuela de Hugo Chávez apareció en el momento justo. Pero ese pozo ya se ha secado también para los Castro y su anillo.

Cuba ha acumulado deudas significativas con varios países, incluida China, y dado que el país tiene dificultades para pagarlas, los asiáticos son reticentes a otorgar nuevos créditos o ayuda sin reformas económicas que aseguren la viabilidad de estas inversiones. Quien mal anda, mal acaba y hoy Cuba está más oscurecida que nunca.

Déjanos tus comentarios en Voiz