- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
La semana pasada arrancó con un hecho poco mencionado pero política y económicamente relevante, el veto parcial del Poder Ejecutivo al proyecto de ley que modifica los artículos 7 y 11 de la ley “De fomento de consumo de alcohol absoluto y alcohol carburante”, sancionado por el Congreso Nacional el 2 de octubre pasado. La sanción fue producto de un amplio diálogo y consenso que tuvo como consecuencia un acuerdo político el cual fue celebrado por los agricultores que tienen como principal rubro a la caña de azúcar, los mismos, días previos habían salido a las rutas para manifestarse y luego de la sanción del Congreso habían celebrado y aplaudido la medida. El veto refiere en gran parte de sus argumentaciones a consideraciones de índole de costos económicos y usa como base a informes y documentos de Petropar.
“El Estado paraguayo surgido al día siguiente de la independencia, previsionalmente autoritario por imposición de las circunstancias, pero democrático en su esencia, encarnó exasperadamente la voluntad del Demos de no depender de ningún dominio extranjero. Fue muy eficaz para resistir la presión económica del imperialismo y la presión militar de los vecinos”, la cita es de uno de los más influyentes pensadores de la Asociación Nacional Republicana, Natalicio González en su obra cumbre “El Estado servidor del hombre libre”. Natalicio fue político, periodista, ensayista y presidente de la República. Nació en Villarrica y es uno de los más grandes ideólogos de la Asociación Nacional Republicana. El libro de referencia debería de ser de lectura imprescindible para todo colorado que se precie de tal. Como suele suceder, los peores adversarios de Natalicio estaban dentro de su propio partido.
Aquella mirada liberal de que “lo mejor que hay que hacer es no hacer nada” no merece a estas alturas más que la mención a manera de recordatorio para aclarar los tantos. Como ya decía Blas Garay en 1898, “no nos parece defendible”. No hay siquiera punto de comparación en lo que hace a la cantidad de mano de obra que genera la caña de azúcar, un sector que ya vio sumamente afectado su rubro durante el gobierno anterior que operaba alevosamente para los importadores, emblemas y grandes empresas de combustible. En contrapartida, hace apenas unos días el presidente del Partido Colorado, Horacio Cartes, le decía a los cañeros “el Partido Colorado jamás le va a dar la espalda”.
Ahora el camino que queda con respecto al veto, para que quede firme lo pactado y que se cumplan las promesas que se hicieron en campaña es tratar el veto lo antes posible de manera generar la tranquilidad y la paz que los campesinos precisan. Hay al menos cerca de cien mil productores de caña de azúcar, es la actividad agrícola familiar y empresarial más antigua del Paraguay que está luchando por subsistir. Lo que resta es aceptar el veto en lo que hace a los vehículos y levantar el veto del Ejecutivo en lo que hace a las sanciones.
La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, pasa esencialmente por el cumplimiento de las promesas, por el valor de la palabra y por el cumplimiento de los acuerdos pactados. No se hace desde la frialdad del escritorio y con unos cálculos en planillas de Excel. Siempre lo decimos, pero no está demás hacer énfasis en ello.