• Por Pepa Kostianovsky

Hasta que les tocó el turno a las organizaciones no guber­namentales. Las ONG. Las sagradas, sacrosantas, inmacu­ladas, beneficentes, piadosas, inmarcesibles, encarnaciones purísimas de nuestras almas, imprescindibles, salvadoras, puras y castas oenegés.

Las que acuden generosas a suplir a la sociedad civil de las carencias a las que la somete el desconsiderado, parcia­lista, discriminador, despiadado, indiferente, antipático, desalmado Estado.

De no ser por las ONG, los pueblos pasarían hambre y nece­sidades, los niños andarías descalzos y con los mocos col­gando pidiendo limosna en las esquinas.

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De no ser por las ONG los indígenas serían mendigos. Las mujeres estaríamos desesperadas y a merced de golpea­dores y feminicidas. Y los minusválidos seguirían siendo minusválidos.

Porque son las ONG, la mayoría de ellas consagradas como fundaciones sin fines de lucro, las que hacen milagros de Cafarnaum con la bondad infinita de sus integrantes, direc­tivos y asesores varios.Y llevan salud a los enfermos, edu­cación a los olvidados, reivindicaciones a los pueblos pri­migenios, protección a las desamparadas y desamparados en general.

Gracias a las chiquicientas ONG los hogares infantiles son poco menos que Disneylandia. Los refugios para mujeres son resorts caribeños all inclusive. Las tribus conservan sus tradiciones y sus culturas en primorosas tolderías. Los montes lucen frondosas arboledas, los ríos corren límpi­dos y generosos, los pajaritos cantan… y la vieja se levanta.

¿O NO ES ASÍ?

El rótulo de fundación les otorga el privilegio de no pagar impuestos, por ser “sin fines de lucro”.

Y advierto que no estoy poniendo a todos en un mismo saco. Hay fundaciones que tienen realmente objetivos culturales, y cumplen funciones que no corresponden o no pueden ser cubiertas por el Estado. Y si reciben algún financiamiento lo adjudican documentadamente a sus objetivos explícitos. Sabemos que por algo existe la figura de fundacion.

Pero parece que hay más de uno, de dos, de diez y hasta de cien, que bajo el ítem de gastos administrativos, reuniones, congresos, cubren salarios jugosos, gastos de representa­ción, viajes, estadias, y figuración social. Y hasta se dice, y esto ya no lo afirmo, solo comento que se dice, que detrás de algunas siglas se mueven ciertas lavanderías.

La eliminación de las fundaciones, como personas jurídicas, o su prohibición al más puro estilo soviético, no sería apro­piado, y afectaría a las que sí han venido dando servicios y fomentando la actividad cultural, por ejemplo.

Pero sí son necesarias leyes más rigurosas y sobre todo más respetadas, que controlen la realidad de esas institu­ciones sin fines de lucro. Porque no podemos seguir siendo tan ingenuos.

Y porque no podemos seguir haciendo el papel de país alfom­bra, para que organizaciones de todo nivel y de nefastos objetivos nos estén usando para esconder su basura.

Etiquetas: #Las ONG

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