• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista político.

Donde hay un político, alguien con cierto rango de liderazgo, la información circula. Si la aparición del líder se da en situaciones complejas, genera una imitación y una reproducción, mensajes, copias y reproducciones de lo que dice y hace. Alguien que llega a ciertos cargos debe desprenderse de su condición de “técnico” ya que esos espacios son pura e intrínsecamente políticos por definición y acción. El líder es más importante como medio de comunicación que los medios internos institucionales.

En Paraguay son muy pocos los que tienen conciencia de ello. El “vaivai”, el “upéichante”, los tiempos administrativos, el ritmo del día a día, la falta de construcción de agenda propia y la permanente reactividad a los temas que los medios y periodistas imponen, ya se han llevado puestos a varios en estos años que en teoría tenían buen perfil. Ha sucedido, sucede y seguirá sucediendo porque aún tenemos mucho camino por andar en la profesionalización de la política y de los políticos. Es inadmisible a estas alturas creer que, con parches, trucos de brujería y vendedores de humo se pueden lograr resultados positivos y distintos. No solo se precisan políticos profesionales, también deben serlo quienes fungen de asesores, pretenden o se precian de serlo. Es mucho más sano para ambas partes y por consiguiente para el electorado que si no se tiene la capacidad suficiente para ejercer, no se acepte la responsabilidad ya que haciéndolo se produce un tremendo daño a la democracia.

La comunicación se produce en el lugar y tiempo que el político hace su aparición. Los líderes se vuelven los principales medios de difusión de la información. El resto de los medios de comunicación de las instituciones u organizaciones se adaptan y subordinan a él, a su agenda y ejes estratégicos y discursivos. Los medios de comunicación producen un campo de percepciones en la medida en que las personas se relacionan con ellos para formar un hábito. Lo mismo sucede con la relación entre el líder, su primer anillo y el personal de la institución en general. Y por añadidura con el electorado.

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En situaciones complejas se demanda la participación directa del líder. No hay otra situación en la que mejor encaje su participación. En situaciones de disenso o crisis (son distintas) hay que estar en “todos lados”, especialmente en los peores lugares. No hay manera de liderar a aquellos que están atemorizados, descreídos, desconfiados, sin presencia. La presencia es irreemplazable, no hay inteligencia artificial ni red social que la sustituya hasta el día de hoy. Presencia, firmeza y carácter propios.

La construcción de imagen política está determinada por las estrategias de aparición del líder, la mayor o menor cantidad de contactos modifica la percepción. Marcan la motivación, el entusiasmo y el optimismo de la población o públicos objetivos. La acción, resoluciones y disposiciones del líder generan más o menos atención a sus mensajes. Son percepciones directas o indirectas, atención conjunta en objetos, situaciones o escenarios. Una selección de narrativas o relatos que contextualizan el proceso que se está observando. El líder termina siendo un productor y generador de marcos de referencia, el famoso framing, para que el público tenga en cuenta a la hora de interpretar los hechos. Y de eso se trata la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.

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