• Por Aníbal Saucedo Rodas
  • Periodista, docente y político

¿Cómo en siete días –segunda vuelta– la izquierda francesa pudo revertir el resultado electoral de una semana atrás? Consulté con una amiga diplomática con sede en París. “Mbappé”, fue su lacónica respuesta. Se refería a Kylian, el jugador de fútbol de la selección gala, campeón del mundo en Rusia 2018 y, cuatro años después, subcampeón y goleador en Qatar 2022. Es difícil cuantificar en porcentajes la influencia que pudo haber tenido la actual estrella del Real Madrid en las elecciones para la Asamblea Nacional del 7 de julio de este año.

Su convocatoria a la ciudadanía para movilizarse e ir a votar fue en plena Eurocopa 2024, porque “no podemos dejar el país en manos de esta gente”, refiriéndose a la Agrupación Nacional (en francés: Rassemblement National, RN), de Marine Le Pen, que había ganado en la primera vuelta del 30 de junio, un hecho inédito para la extrema derecha en las legislativas de aquel país, tal como apuntara el diario El País, de España. “Queda a las puertas del poder”, titulaba la BBC, de Londres, aludiendo a las presidenciales de mayo de 2027, en que el actual mandatario, Emmanuel Macron, concluirá su segundo mandato. En la noche del 7 de julio, la misma BBC caratulaba su informe: “Sorprendente victoria de la izquierda, pero sin mayoría absoluta”, esto es, para incidir en la designación del primer ministro que, constitucionalmente, es potestad del Ejecutivo.

Es difícil, repito, conocer con exactitud el impacto que tuvieron las declaraciones de Mbappé para las elecciones del 7 de julio, considerando que ya había realizado el mismo llamado, el de “frenar el avance de la ultraderecha”, para los comicios del 30 de junio, sin que pudiera evitar la victoria del partido al que calificaba como racista, la Agrupación Nacional, de Le Pen. ¿Cómo se llegó a esta instancia? Previamente, el sorprendente –catastrófico, para otros– triunfo de esta organización política en los comicios del Parlamento Europeo del 6 al 9 de junio de este año, en el que Francia es el país –después de Alemania– que más eurodiputados aporta, había motivado que el presidente Macron disolviera la Asamblea Nacional, convocando, al mismo tiempo, a nuevas elecciones legislativas (en las fechas arriba citadas).

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Así, con los resultados ya a mano y con el pretexto de los Juegos Olímpicos, Macron prolongó la designación del primer ministro. El Nuevo Frente Popular (Nouveau Front Populaire, NFP), una coalición de partidos de izquierda, se alzó con 182 escaños; Juntos (Ensemble), de Macron, obtuvo 168; tercero quedó RN, de Le Pen, con 143 (antes, 89), y el resto se dividió entre otros partidos, sin que ninguno alcanzara 289 de 577 representantes para tener mayoría propia. Finalmente, el pasado 5 de setiembre, Macron nombró para dicho cargo a un veterano político, Michel Barnier, cuya identidad ideológica va entre la derecha (según New York Times) y el conservador moderado europeísta (ABC, de España). La reacción, obviamente, no se hizo esperar: “El presidente perdedor (Macron) nombra primer ministro a un hombre que pertenece a un partido que apenas llegó al cuarto lugar. Se trata de la negación de la democracia. Entramos en una crisis de régimen” (Olivier Faure, líder socialista). “Macron nos ha robado las elecciones. No respeta la soberanía popular” (Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa).

¿Y Mbappé? En opinión de Pascal Boniface, director del Instituto Francés de Asuntos Internacionales y Estratégicos y miembro de la Comisión Nacional de Ética de la Federación Francesa de Fútbol, Mbappé “creó, sobre todo en la población joven, un fuerte sentimiento de que había que hacer algo. No podíamos quedarnos callados o inmóviles”. Mbappé no fue el único en manifestarse, también lo hicieron Koundé, Thuram, Dembelé y Upamecano: “Sus voces contra el racismo, así ven a la Agrupación Nacional, tienen una credibilidad que los comentaristas políticos no suelen tener”, añadió Boniface. Para concluir que la frase “somos una generación que puede marcar la diferencia” tuvo repercusión en aquellos (jóvenes) que “normalmente no quieren votar”.

En el otro extremo del espectáculo, apenas concluido el debate del 10 de setiembre entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump, la influyente cantante Taylor Swift anunciaba que votará por quien fuera electa vicepresidenta de Joe Biden. Para algunos medios de comunicación es “un espaldarazo de quilates” porque solo en Instagram tiene 286 millones de seguidores “y es la artista más escuchada del mundo”, según Spotify. La popularidad de quien llena estadios en todo el mundo pudo verificarse durante la final de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) del domingo 9 de febrero (Super Bowl) entre los Kansas City Chiefs (Jefes), y San Francisco 49ers, de esta ciudad, que batió récords de audiencia, puesto que tuvo como espectadores a jóvenes y mujeres que nunca se fijaron siquiera en este deporte. ¿La razón? Entre el público estaba la superestrella pop, de romance con el “ala cerrada” Travis Kelce, de los Chiefs. El épico triunfo en los segundos finales de Kansas City provocó el alarido –según pudo constatarse en las redes– de una legión de nuevos fanáticos convocados por la atracción hacia Taylor Swift.

Para el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Amherst de Massachusetts, Alexander Theodoridis, entrevistado por El País, de España, la decisión de Swift hará que “sus fans muestren entusiasmo haciendo donaciones y voluntariados. Entre sus seguidores, desproporcionadamente femenina y joven, ese entusiasmo va a marcar la diferencia”. En el mismo diario se publican las declaraciones de la doctora en Ciencias de la Administración, especializada en Innovación Tecnológica, por la Universidad de Guadalajara, México, Alejandra Rosales Soto, quien así define la influencia de la cantante: “Sin duda, inspirará a sus fans que estén de su lado en el espectro político para que salgan y voten al candidato que ella apoya”. Y remata la periodista, autora del artículo, María Porcel Estepa: “Con las elecciones más importantes en años a la vuelta de la esquina, su apoyo (de Taylor Swift) puede ser definitivo”. Trump le ha respondido que con este respaldo a Kamala Harris “pagará el precio en el mercado”. ¿Darán el siguiente paso a la política activa tanto Mbappé como Swift? Por de pronto, lejos de la indiferencia, tomaron partido. En el pasado ya lo hicieron Ronald Reagan, Clint Eastwood y Arnold Schwarzenegger, entre otros. Y es cuestión de esperar. Es todo lo que quería decir. Por ahora. Buen provecho.

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