- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político.
De manera inocente o incluso con una dosis de hipocresía se plantea que en la política debe primar el amor. Que todos deben caerse bien. Esta línea tiene problemas de abordaje a la hora de imprimirle verosimilitud. Hay que reivindicar a la política y sus orígenes. Las disputas, los disensos, los desacuerdos son parte usual de nuestra vieja amiga. Y no pasa nada. Si hay diferencias o distanciamientos entre familiares con lazos de sangre, por qué no habría a la hora de debates y miradas en cuestiones que no pasan precisamente con el corte de carne que se debe almorzar el domingo en la mesa de la abuela.
De entrada, hay que decir que los disensos no conllevan irremediablemente una crisis. Por definición, son cosas distintas que pueden o no estar implícitos. Así que desdramaticemos los disensos. En escenarios de disenso se plantean por lo menos dos estrategias comunicacionales: el posicionamiento y la creación y construcción de lo que se llaman “puntos de vista”. Similar al framing o marco discursivo. Es un término que se encuentra frecuentemente en sociología y los estudios de los medios de comunicación. El científico social Erving Goffman (1974) definió al frame o encuadre como un esquema de interpretación que permite a los individuos percibir, etiquetar, ordenar, seleccionar e interpretar los sucesos o situaciones del entorno. Bajo estos lineamientos se desarrolló la corriente del frame estratégico. La teoría sostiene que el apoyo hacia una política determinada aumenta si se domina la discusión pública sobre el tema en cuestión.
En la política se puede disentir. Es normal cierto grado, tipo y cantidad de disenso. El límite es que no vuelvan disfuncionales a los equipos y que como consecuencia les impida obtener los resultados esperados. Esa es la frontera. Si los disensos se gerencian de manera conveniente y con la prudencia, talento, cautela y templanza suficientes significan un fortalecimiento y la generación de musculatura en los equipos. A los disensos se los gestiona, no se les tira combustible. Eso sí, la decisión que toma el objeto del disenso es una decisión generalmente no sencilla. Una decisión que suele no estar de acuerdo con los deseos, gustos y valores de los receptores del disenso. Cuando aparece es un modo de expresión que se lanza para modificar o activar decisiones de otros. Siempre se puede volver a los consensos, por la vía del diálogo.
En la vida, así como en la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, todo es conversable o modificable. Sobre todo, si con ello se termina fortalecido y no se altera el rumbo fijado. Zygmunt Bauman nos habla de esto en sus sociedades en estado líquido. Y hay que recordar que el agua puede estar en estado líquido y en estado sólido. No por eso deja de ser agua ni de buscar su cauce.