DESDE MI MUNDO
- Por Mariano Nin
- Columnista
El titular conmueve hasta lo más profundo, es de todas las noticias con las que nos bombardean diariamente, la que nunca quisiéramos leer. En Itapúa confirmaron que una beba murió tras ser abusada sexualmente.
Nunca termina de sorprendernos, pero no es un problema nuevo. Es terrible y va en aumento. Es una realidad cotidiana que trasciende al tiempo…y sobrevive.
En Paraguay, cada 3 horas una niña, niño o adolescente es abusada o abusado y en el 95 por ciento de los casos se da en el entorno familiar.
El Ministerio Público atendió durante el 2023 a 6.079 víctimas de hechos punibles contra niños, niñas y adolescentes, un total de 16 víctimas por día, 9 de ellas por abuso sexual infantil.
Cuando se dan a conocer casos de violación sexual de niños no son solo estadísticas. Es un golpe que nos está recordando que todos fallamos en algo.
Los números lo ratifican. Según un estudio de Unicef, el 20 por ciento de los nacimientos en el país corresponden a madres adolescentes y el 4 por ciento de estas niñas madres tienen entre 10 y 14 años… en otras palabras, de todos los partos que se dan en el país, dos corresponden a niñas.
En las conclusiones finales, la organización internacional afirmaba: “En Paraguay existe cierta tolerancia o permisividad hacia el abuso sexual y la trata de personas, delitos que afectan mayoritariamente a jóvenes del sexo femenino”. Es una mala señal.
Pero volvamos al caso de Itapúa. La abuela relató que días antes había llamativas conductas en la nieta, quien rechazaba estar con el padre y de hecho ya dormía con la abuela. En un momento llegó a decir que su padre la lastimó, refiriéndose a sus partes íntimas, lo cual fue alertado a la madre.
La niña presentaba lesiones en el cuello y en sus genitales. Falleció como consecuencia del abuso sexual, que le causó un estrés severo y colapsó, haciendo que su corazón se detenga.
El caso que nos horroriza solo es la punta del iceberg. A veces me dicen que hay cosas de las que no debería opinar, pero también soy padre y creo que con educación podríamos comenzar a enfrentar el problema.
Debería mirarse hacia las políticas educativas. También la sociedad debería denunciar y la Justicia simplemente debería hacer su trabajo y condenar con firmeza el abuso.
Muchos dirán que es fácil decirlo o escribirlo en un papel, pero ponerlo en práctica deberá aglutinar un compromiso social. Eso es lo difícil. De todas maneras, por algo deberíamos comenzar.
El monstruo de los sueños acecha en cualquier lugar. Pero esa… esa es otra historia.