El reconocimiento por parte de Estados Unidos y de otros países de la región (Argentina, Ecuador, Perú, Costa Rica, Uruguay y Panamá) a Edmundo González Urrutia, como el vencedor en las pasadas elecciones generales de Venezuela, más las exigencias de la Unión Europea al actual régimen de Nicolás Maduro tendría varios efectos prácticos, tanto en el ámbito internacional como en el interno del país. Se podría consolidar la legitimidad internacional de González Urrutia, facilitando el establecimiento de relaciones diplomáticas oficiales con otros países y organismos internacionales que sigan la postura de estos actores globales.

Este reconocimiento podría permitir a González y su hipotético gobierno acceso a los activos venezolanos congelados en el extranjero, bajo la premisa de que estos recursos pertenecen al gobierno legítimo.

Una similar medida se gestó cuando el líder opositor Juan Guaidó asumió el cargo de presidente de manera interina, siendo titular de la Asamblea Nacional de Venezuela, aprovechando la falta de legitimidad de Nicolás Maduro; sin embargo, y a pesar del enorme apoyo internacional, Guaidó no logró desplazar al gobierno chavista.

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Algo muy diferente ocurre con Edmundo González Urrutia, pues este se sometió a unas elecciones generales con todas las reglas del juego impuesta por Maduro y su gavilla en el poder, grupo que ha copado todos los organismos del Estado.

La percepción de los propios venezolanos es que Maduro fue derrotado ampliamente en las pasadas elecciones y la percepción se transforma en realidad con las actas que han presentado los opositores, la persecución de los mismos por parte de los organismos represivos de Maduro y la negativa de este a ordenar al Consejo Electoral a presentar las pruebas de su supuesto triunfo en las elecciones del 28 de julio pasado, algo que líderes cercanos ideológicamente al chavismo, como Gabriel Boric de Chile o Lula da Silva de Brasil, exigen.

Internamente, el reconocimiento internacional podría fortalecer la posición de González frente a sus opositores y potencialmente debilitar a aquellos que aún apoyan al gobierno saliente. Esto podría conducir a una reorganización del poder político en el país.

Sin embargo, el gobierno actual podría resistirse a ceder el poder, lo que podría desencadenar conflictos internos o incluso un estancamiento político, afectando la gobernabilidad y la estabilidad del país.

En resumen, el reconocimiento de Edmundo González como presidente por parte de potencias internacionales clave podría legitimar su gobierno, facilitar el acceso a recursos y apoyos internacionales, y cambiar significativamente la dinámica política tanto dentro de Venezuela como en sus relaciones exteriores. Sin embargo, también podría generar tensiones internas y regionales si no se maneja de manera prudente, inteligente y pacífica.

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